Huye

Crítica de Ernesto Gerez - A Sala Llena

“Votaría a Obama por tercera vez”, le dice Dean (Bradley Withford) a su yerno negro Chris (Daniel Kaluuya); el director y guionista Jordan Peele utiliza ese diálogo para hacer avanzar la narración (junto con la frase “my man” Dean tratará de ganar la confianza de Chris) pero, a su vez, como catalizadora de la sátira social que propone. Una sátira antiliberal más ajustada a la sociedad post-racial de los años de Obama que a la actual realidad antiminorías de la administración Trump. “Los negros están de moda” dice en otra frase genial un blanquísimo asistente de la fiesta/aquelarre, para que Chris devuelva una de las tantas perfectas muecas de incomodidad. Es que Chris se encuentra en la casa de los padres de su novia blanca, en plena puesta en sociedad de su relación interracial; ya que no sólo está siendo presentado a su familia política sino también a los asistentes de una supuesta gran reunión anual.

La sátira mencionada trabaja siempre al mismo nivel que la construcción del suspenso; las ideas de Peele (tanto en cuanto a la relación del progresismo blanco con la cultura negra como en lo relacionado al sufrimiento de una minoría) nunca se escuchan por un megáfono y reside allí parte de su genialidad y de la grandeza del buen cine de género crítico que sabe trabajar al mismo tiempo clichés, dispositivos, tópicos e ideas sin que se pisen ni separen. Más allá de los ecos del terror paranoide de la extraordinaria El Bebé de Rosemary (Rosemary’s Baby, 1968), el héroe nos recuerda más al Ben de La Noche de los Muertos Vivos (Night of the Living Dead, 1968) o al Django de Tarantino que a una joven Mia Farrow. Acá no habrá sometimiento sin lucha física ni una amarga resignación. Huye se configura como una blaxploitation de horror; y no sólo por la lucha de su héroe negro sino porque, más allá del cuidado en la composición de los planos, hay un gran homenaje al más desprolijo -en un buen sentido- cine fantástico y al más violento cine de terror (sobre todo si pensamos en el desenlace).

Haciendo una mezcla interesante entre Ira Levin y Lovecraft, y pasando de pasajes oníricos a lo concreto de un cráneo reventado -con una Catherine Keener que vuelve a meterse en una cabeza como en la gloriosa ¿Quieres ser John Malkovich? (Being John Malkovich, 1999)-, Peele arma un relato que seguramente estará entre lo mejor del año del cine popular. No podemos no mencionar que Huye es otra apuesta de la factoría Blumhouse, productora responsable de gran parte del horror americano contemporáneo y que cuenta en sus filas con algunas de las mejores películas de terror de los últimos años como Sinister (2012), de Scot Derrickson, o Los Huéspedes (The Visit, 2015), de M. Night Shyamalan. Productora que supo construir su mini-imperio con el negocio de la mediocre saga de Actividad Paranormal (Paranormal Activity, 2009), triunfo que la constituyó como especialista en producir películas de bajo presupuesto pero ponerlas a rodar bajo el actual sistema de estudios, y que brinda, cada tanto y como en este caso, ese cine de género que tiene algo para decir sobre el mundo.