Huye

Crítica de Alejandro Franco - Arlequin

Costó 5 millones; recaudó 170 palos verdes. He allí el toque de Midas de Jason Blum - el mismo que produjera Actividad Paranormal, Insidious, Siniestro, Oculus, La Visita, Hush.... y una tonelada de películas de horror de boga -; pero, además de la receta cormaniana para generar películas muy baratas y altamente efectivas, el otro secreto de Blum consiste en darle total libertad creativa a los directores de turno. Es por ello que directores experimentados y cineastas noveles se acercan a su guarida, esperando su bendición para desatar sus proyectos mas atrevidos o peculiares. Con él probaron el género del horror tipos fogueados como Phil Joanou o Barry Levinson; M. Night Shyamalan resucitó su carrera en apenas dos filmes cuando todo el mundo lo daba por muerto; y hasta Joel Edgerton se atrevió a hacer sus pininos detrás de cámaras (aunque ya venía con una larga historia como guionista;él es el co-autor de The Rover entre otros proyectos). Ahora, en otra pirueta de stunt casting (o stunt hiring, sería la expresión mas adecuada), le da la oportunidad de oro a Jordan Peele, el comediante integrante de la dupla Key & Peele. El resultado final de semejante aventura es Get Out, un delicioso thriller paranoico que estremece y sorprende. No inventa nada nuevo, es cierto, pero está construido con una precisión pasmosa, y Peele lo condimenta con las dosis justas de humor y tensión para hacerlo altamente recomendable.
En sí, Get Out es una mezcla entre Adivina Quién Viene a Cenar Esta Noche? y Las Esposas de Stepford. Una pareja birracial - él, moreno, interpretado con mucho carisma por el británico Daniel Kaluuya; ella, blanca y simpática, en el debut cinematográfico de Allison Williams, la cual parece una versión adolescente de Amanda Peet - se dispone a conocer a los padres de ella; la macana es que la chica no les advirtió a sus padres que su pretendiente es negro, con lo cual las tensiones están a la orden del día. Por suerte los suegros resultan ser mucho mas urbanos y civilizados que lo que Kaluuya pensaba, con lo cual las cosas fluyen con naturalidad - incluso su suegro le confiesa haber estado dispuesto a votar a Barack Obama por un tercer término si la circunstancia se daba -. Claro, hay cosas discordantes que ocurren en segundo plano, ya sea la existencia de una plana de servidumbre negra en esta familia de blancos liberales o, lo mas inquietante, es que los morenos se comporten de manera antinatural. Al principio Kaluuya piensa que es un problema de percepción suyo pero, cuando los comportamientos anormales continuan, los pensamientos conspirativos comienzan a atraparle. Para colmo su único amigo es un paranoico guardia de aeropuerto, el cual le dispara las cosas mas chifladas que primero se le vienen a la cabeza... las cuales, quizás, no estén tan erradas como parecen.

Lo primero que te sorprende es la dirección. No sólo Jordan Peele se maneja con el aplomo de un veterano sino que tiene un vuelo visual propio de los grandes maestros. A la legua se nota que sus influencias primarias son De Palma y Hitchcock ya que hay escenas que parecen dirigidas por semejantes maestros. Por ejemplo, en el teaser vemos a un moreno hablando por teléfono mientras reniega que su auto se ha roto en una calle oscura y desolada de una barrio suburbano. Y mientras el tipo habla - en una fascinante toma hecha en 360 grados -, vemos como en el fondo hay un auto blanco que sigue de largo, se detiene, pega la vuelta y empieza a seguir al moreno. El protagonista no está enterado pero el público sabe, intuye, que nada bueno va a pasar - un depredador ha detectado una presa fácil y va a atacarla -, algo que termina por confirmarse un par de minutos después. El otro gran momento del filme es la fantástica secuencia onirica donde Kaluuya es hipnotizado y se hunde en un abismo - la cual me hace acordar a Spellbound (1945) - y la cual es asfixiante. Porque la gracia de Peele es que no necesita tripas, monstruos o efectos especiales para asustar, sino que lo suyo pasa por crear un clima enrarecido en donde nadie se porta con normalidad. Uno sabe que las cosas están muy mal cuando una persona empieza a hablar como un robot, vomitando frases amables mientras sus ojos no paran de llorar - el tono cordial de la voz no va con el dolor contenido que los ojos no alcanzan a camuflar -; o cuando Kaluuya sube las escaleras de la casona de sus suegros en busca de las llaves del auto para largarse... y todos los vejetes que han quedado en la planta baja - y que han venido a la fiesta - se congelan al unísono. Estre las respuestas elusivas y los comportamientos bizarros uno siente que el moreno protagonista está atrapado en algo que va mucho mas allá de su comprensión, y cuyo escape resulta imposible.

Anticipar los detalles de la trama sería arruinar la experiencia, aunque ciertamente el tercer acto no es tan pulido como debiera. El problema no son los hechos o el desenlace (que es altamente satisfactorio), sino la hora de las explicaciones que parecen algo traídas de los pelos. Pero es una gota en el océano, cinco minutos de parlamentos que no termina de opacar la inteligencia de la puesta en escena.

Get Out es genial en muchos sentidos; la tensión, las perfomances, la destreza visual del director, la inteligencia de los protagonistas - algo inusual en los filmes de terror -, el placer del desenlace. Al principio parece una alegoría racista pero Peele se da maña para dar vuelta todas las expectativas y generar una explicación alternativa que resulta delirante. Entre la gloriosa muñeca de Peele para manipular las circunstancias y el delicioso humor con que lo condimenta - especialmente, gracias al amigo paranoico del protagonista que arranca las mejores risas en los momentos mas incómodos -, resulta fácil calificar a Get Out como uno de los mejores filmes del 2017, y eso que aún no llegamos siquiera a la primera mitad del año. No sólo es altamente recomendable sino que convierte a Jordan Peele en un director a seguir, cuyos proyectos futuros - si su talento no se desbanda - prometen ser tan apasionantes como este filme.