Hoy se arregla el mundo

Crítica de Denise Pieniazek - Puesta en escena

Hoy se arregla el mundo: “La familia también se elige”

David/ “el griego” -interpretado por el siempre convincente Leonardo Sbaraglia- ha sido un exitoso productor de televisión que actualmente lucha porque su talk show, que da nombre al título de la película, siga al aire. Paradójicamente el programa resuelve toda clase de conflictos sociales, sin embargo, en su vida personal, David no logra conectar ni siquiera con su hijo Benito (encarnado carismaticamente por el pequeño Benjamín Otero) a quien ve esporádicamente. Luego de un juego del destino, David se verá forzado a cambiar las prioridades en su vida.

Al inicio, la primera sensación que se percibe es que al filme le cuesta construir sólidamente la verosimilitud del universo diegético que propone. Sin ánimos de encasillar la narración en un género determinado, esto se debe principalmente a que al relato le cuesta encontrar el tono poético. No es predominantemente un drama, ni tampoco los chistes son constantes o efectivos para que predomine la comedia, hay una alternancia agridulce en el tono que aún no termina de estallar. Esto es peculiar si pensamos que una de las premisas esbozadas a través del parlamento de los personajes es que “algo no tiene que ser verdadero, tiene que ser creíble”. Sin embargo, hay que rescatar que tanto aquí como en sus otras películas, Ariel Winograd y su excelente equipo técnico, siempre cuidan la estética y técnica ofreciendo un gran deleite visual.

El filme se toma su tiempo para encontrar el tono, es recién en el tercer acto donde fluye y logra conectar con el espectador a través de su emotividad y presunta originalidad. Una de las ideas más interesantes de la película es que contrariamente a lo que nos hizo creer la tradición y la institución familiar normativa, la familia también se elige, es decir, la familia o sus lazos también pueden ser elegidos. Del mismo modo, no es casual que una figura emblemática de la niñez como los payasos sean representados aquí de forma nefasta. En adición, en esta especie de Road movie que reflexiona sobre el vínculo padre-hijo, y sobre la paternidad en sí misma, los elementos tradicionalmente considerados como masculinos como por ejemplo los automóviles o caballos mecánicos, están presentes de forma visual en función de la trama. Como, por ejemplo, el set del programa en el que trabaja “el griego” que es un taller mecánico. Curiosamente y en oposición, los walkie-talkies considerados en la película “de niña” por su color rosa y su forma de corazón, son los que metafóricamente posibilitan la comunicación entre David y Benito, y por ende la mejora en la relación entre ambos, como si el vínculo paternal a diferencia del maternal es algo que debe construirse a posteriori. En adición, este viaje de autoconocimiento y conocimiento entre los personajes de David y Benito puede pensarse como una doble novela de aprendizaje (Bildungsroman), donde ambos harán su trayecto de crecimiento en paralelo hasta lograr conectarse entre sí. En conclusión, Hoy se arregla el mundo es una película pasatista apta para todo público con un final conmovedor, que la ubica dentro de la filmografía del director en un punto intermedio entre lo mejor (Sin hijos, 2015/El robo del siglo, 2020) y lo peor (Mamá se fue de viaje, 2017).