Hotel Mumbai: El atentado

Crítica de Mariano Casas Di Nardo. - La Prensa

Masoquismo puro en estado de alerta constante: la síntesis de las dos horas en las que nos adentramos a revivir los cruentos atentados que sufrió la ciudad de Mumbai entre el 26 y el 29 de noviembre de 2008, cuando un grupo de jóvenes terroristas, en nombre de Alá, realizó diferentes ataques con un total de 173 muertos y más de trescientos heridos. Enviados por Lashkar-e-Taiba, un grupo islámico con base en Paquistán, los puntos elegidos fueron la Estación Chhatrapati Shivaji, dos hoteles cinco estrellas: Oberoi Trident y Taj Mahal Palace & Tower (Hotel Mumbai); el Leopold Café y la sede del Departamento de Policía del Sur. En ellos, el desastre fue total y con vehemencia estética el director australiano Anthony Maras ("The Palace") logra recrearlo en todo momento.

Pocas películas en los últimos años lograron el realismo sanguinario con el que "Hotel Mumbai: el atentado" detalla el odio entre Oriente y Occidente, y su respectiva materialización.
El filme tiene un único objetivo y es que el mundo se entere lo que sucedió en esos tres días donde la capital financiera de la India estuvo de rodillas por un estudiado atentado terrorista, justo cuando las fuerzas militares de élite estaban en Delhi, a cientos de kilómetros. Con las calles semi desprotegidas, solo un puñado de policías con apenas seis balas en sus pistolas pudieron hacerle el primer frente. Claramente fracasaron y así, hora tras hora, el número de muertos fue en aumento.

SIN MEDIAS TINTAS
Maras no escamita en crudeza. Se centra en lo acontecido en el lujoso Hotel Mumbai y no titubea en su narración; menos en la progresión de los hechos. Y lo que no queremos que suceda, sucede todo el tiempo. La potencia de las balaceras no merma. Por momentos son sinfonías de gritos, llantos, pasos desesperados y plegarias con un mismo fin, la muerte.

En los filmes basados en hechos reales, nada más contundente que mezclarlos con imágenes de archivo. Si la intención es amedrentar al espectador, arrinconarlo contra su butaca y que su cabeza se encoja en el espacio del cuello, este filme lo logra con creces. La historia es terrible y ya empezamos a preguntarle al director por qué y para qué. Todo lo que se está viendo duele y él lo sabe.

Si bien hay situaciones incomproblables, los guionistas -John Collee y el propio Maras- ponen en primeros planos diferentes personajes que unen a distintas personas que sí fueron reales. Es el caso del protagonista, Dev Patel, como Arjun, un camarero del Hotel Mumbai que ayuda a resguardar a los huéspedes más importantes. Desarmado, con un conocimiento total de los pasillos y con el credo de defender al prójimo por sobre su vida, se convierte en uno de los bastiones de la huida. Otros son Zahra (Nazanin Boniadi) y David (Armie Hammer), un joven matrimonio que se separa para darle más posibilidades a su bebé de que alguno de sus padres quede con vida.

"Hotel Mumbai: el atentado" es brutal. Y con su final llega nuestro desconsuelo, para entender que vivimos en un mundo demencial. Antes, sufrimos la sacudida de Maras sin haberle dado permiso para tanto.