Homeless

Crítica de Nicolás Pratto - Funcinema

UN POCO DE ESTO, UN POCO DE AQUELLO

En las últimas décadas, el público occidental ha entendido que la animación abarca más edades que solo la infantil. Iniciando con Los Simpson y Padre de Familia, el MTV de los 90’s y Adult Swin, y llegando a hoy en día con Rick and Morty y Bojack Horseman. No dista mucho de lo clásico, a fin de cuentas, Ren y Stimpy tienen más similitudes con Tom y Jerry que diferencias. Actualmente la representación de lo absurdo y lo grotesco ha ido in crescendo, siguiendo las tradiciones e historia que este oficio tiene. Para romper las reglas, primero hay que conocerlas.

Homeless nos introduce en un mundo regido por lo material, en plena previa navideña. Un campamento de vagabundos se niega a vivir bajo el poder del dinero, confiando en su experiencia de sobrevivir de manera gratuita con los desechos del sistema. Un ataque hacker hace que desaparezca todo el dinero del mundo, sumiéndolo en un caos donde aquellas personas despreciadas, ahora son las más aptas. Dicho ataque, orquestado por una corporación maligna, comandada por un ratón que busca satisfacer el deseo de su padre: crear un parque destinado a la alegría y felicidad.

La película de Campusano, Cox y O’Ryan estéticamente es similar a Rick and Morty y dialoga con el humor de South Park. La animación es un ejemplo de que producciones por fuera de las grandes ligas, pueden emular su trazo. Pero en razones de ejecución del humor, queda a medio camino, por momentos repitiéndose a sí misma en lo grotesco y observaciones sobre la cultura pop.

Un niño de clase alta, es abandonado y acogido por la comunidad homeless. Este tiene en su poder el pendrive que posee todo el dinero para restaurar el status quo. Iniciando el camino hacia la ONU, atravesando una comunidad hippie, campos de concentración de la alegría y sus fuerzas robóticas. Porque para ser un antisistema, tiene que existir uno para oponérsele.

Homeless representa el buen trabajo en animación que se está llevando a cabo en la región. Sumando a realizadores como Ayar Blasco y Juan Pablo Zaramella. Que a pesar de no tener las bondades económicas de otros países, desde lo austero, encuentran en lo clásico y actual las herramientas para contar sus historias.