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Crítica de Lilian Lapelle - Cine & Medios

Extraterrestre y entusiasta

Oh es un alienígena positivo, feliz y entusiasta, tal vez demasiado entusiasta. Le pone ganas a todo, y sin embargo nadie tiene ganas de estar con él. Cuando el capitán Smek, el líder de su planeta, decide invadir la Tierra huyendo de sus peligrosos enemigos, los Borg, todos los humanos son enviados a vivir a una colonia, y los Boov ocupan su planeta y sus viviendas, haciendo de la Tierra su nuevo hogar.
El atolondrado Oh comete un error y debe huir de sus compañeros que quieren capturarlo. Al huir conoce a Tip, una niña que permanece escondida de los aliens, y que fue separada de su mamá.
Ambos desconfían uno del otro al encontrarse, pero deben recorrer juntos un camino, en un simpático auto que Oh ha tuneado para que pueda volar. Al conocerse, descubren cuanto tienen en común, a pesar de las diferencias, y a través de Tip, Oh conoce las costumbres humanas, y finalmente tiene una amiga, lo que siempre ha querido.
La relación entre dos culturas diferentes es la base de la historia, lo distintas que pueden ser las cosas cuando se miran con otros ojos, y como al aprender de otros podemos darnos cuenta de las cosas buenas que nos estamos perdiendo.
Además de la hermosa amistad entre Oh y Pit, la película tiene muchísimo humor, de ese que a veces entienden mejor los adultos que los chicos, mucha acción, y algunos de esos inevitables momentos tristes, presentes en todas las películas infantiles para que los niños aprendan a que a veces hay obstáculos que superar para llegar a un final feliz, en este caso un final demasiado predecible.
Colorida, estridente, con un 3D impecable, y una estética muy accesible para los chicos, este nuevo film de Dreamworks, relata una hermosa aventura, con toques de ciencia ficción y un lindo mensaje. Nada nuevo, pero siempre efectivo.