Hombre irracional

Crítica de Luciana Boglioli - La Capital

El universo de Woody Allen está impregnado de narcisismo, intelectualismo e ironía. El director dota a sus películas de una mirada particular del mundo y “Hombre irracional” no hace más que reafirmar su obsesión existencialista. Con dosis de policial y humor negro, el nuevo filme de Allen se mete de lleno en la moral y la dicotomía instinto- raciocinio. Abe Lucas -perfectamente interpretado por Joaquin Phoenix- es un profesor de filosofía de la universidad de un pequeño pueblo que está atravesando una crisis existencial muy profunda (“no puedo escribir porque no puedo respirar”, dice Abe). Pero sus días toman otro rumbo cuando conoce a Jill, su alumna veinteañera -excelente actuación de Emma Stone- que quiere devolverle el deseo de estar vivo a su profesor a quien tilda de “muy conservador de una manera muy liberal”. “Crimen y Castigo” de Fiódor Dostoievski juega un papel fundamental en la historia que indaga en la justicia y la suerte. Con un guión brillante, como todos los de Allen, las citas de Kant, Heidegger, Sartre y Kierkegaard sobrevuelan todo el filme. Así como los aciertos son muchos, la película no alcanza su brillantez extrema por los guiños a “Match Point” y “Que la cosa funcione” que resultan tan evidentes como repetitivos.