Hogar

Crítica de Diego Batlle - La Nación

Los primeros minutos de esta ópera prima describen la dinámica cotidiana de un centro para madres adolescentes de bajos recursos que manejan en Buenos Aires unas veteranas y rígidas monjas italianas. Las tensiones entre las muchachas (todas embarazadas o con niños pequeños) y las religiosas son permanentes, pero también los roces entre las internas.

Dentro de un relato coral, Maura Delpero -directora italiana radicada en la Argentina- fija la atención en Luciana y Fátima (interpretadas con convicción por las debutantes Agustina Malale y Denise Carrizo), amigas tan opuestas como complementarias: la primera, siempre rebelde; la segunda, más concienzuda.

El film expone las dificultades y angustias de estas jóvenes que fueron madres antes de tiempo, sin contar en muchos casos con la seguridad económica, la madurez emocional ni las ganas íntimas de tener hijos y ocuparse de ellos. Lo hace con sensibilidad, sin golpes bajos, sin juzgar a sus criaturas por sus carencias o excesos.

La película da un vuelco cuando llega a la institución sor Paola (Lidiya Liberman), única religiosa joven que, más allá de cierta timidez, rápidamente se siente atraída por el mundo de las adolescentes, en especial por el de Fátima y el de Nina, la descontenida pequeña hija de Luciana.

Narrada con rigor y austeridad, pero al mismo con inteligencia en sus planteos y profundidad en su entramado psicológico, Hogar resulta un film emotivo e inquietante en su mirada de la construcción de la identidad femenina, de las contradicciones y los códigos de lealtad que se establecen entre mujeres de muy diferentes orígenes y condiciones sociales.