Hitchcock: el maestro del suspenso

Crítica de Fernando Herrera - Mirar y ver

Indiscreciones

Yo confieso que disfruté esta película a pesar de sus evidentes altibajos y sus vicios de telefilm en donde todo se simplifica. Pero detrás de esa sucesión vertiginosa de personajes conocidos y con muy poco espacio para mostrarse (bien James D’Arcy como un incómodo Anthony Perkins) asoma una trama módicamente macabra que nos permite espiar por un rato los entretelones de la filmación de Psicosis.
Ni siquiera la frenética sucesión de éxitos encadenados de toda su obra previa a 1960 le permitió a Hitchcock contar con la banca de un estudio para emprender su siguiente proyecto, por lo que Alfred (un Anthony Hopkins que imita más de lo que interpreta), amparado en el total respaldo de su mujer Alma (una Helen Mirren que interpreta más de lo que imita) decide jugársela y financiar él mismo su trabajo. Tras la incertidumbre llegará el mayor éxito de su carrera.
La película es muchas cosas pero su foco está puesto en la relación de Alfred y Alma, tratando de demostrar la enorme influencia que ella tuvo sobre él. Derrapa cuando se arriesga a poner en escena el vínculo imaginario entre el director y el asesino de la novela en la que se basa Psicosis, y acierta cuando se concentra en el proceso de rodaje y edición de esa obra maestra. Hay una ligera subtrama de infidelidad, pobre Mc Guffin, y un gran momento cerca del final, cuando se escuchan los gritos de los espectadores que asisten al estreno y experimentan por primera vez la mítica escena de la ducha.