Historias napolitanas

Crítica de Carolina Taffoni - La Capital

Derrotados en la lucha

En primer lugar habría que decir que el título “Historias napolitanas” no es del todo acertado. Esa combinación de palabras sugieren un tono costumbrista, y acá estamos ante una película dura, cuyo título original es “La jungla de Bagnoli”, uno de los barrios más pobres y conflictivos de Nápoles. A través de tres relatos, que siguen a tres hombres de distintas generaciones, el director Antonio Capuano (“Vito e gli altri”, “La guerra di Mario”) desnuda con crudeza la cara más humana de la crisis económica que afecta a gran parte de Europa. Y en el centro de la escena ubica a una acería destruida y abandonada, la fábrica que le había dado vida al barrio hace décadas. Los protagonistas son Giggino, un marginal que vive de robar pequeñas cosas en autos estacionados; Antonio, su padre, un jubilado que trabajaba en la fábrica que cerró y que es fanático de Maradona, y Marco, un joven que trabaja en un pequeño delivery. Los tres a su manera reflejan la decadencia del barrio, que además está salpicado de personajes derrotados, entre pintorescos y patéticos. Utilizando cámara en mano, con una estética documentalista, el director muestra las brutales consecuencias del desempleo, la degradación, la violencia, la permanente nostalgia por un pasado que no va a volver y la parálisis de un presente que parece no tener salida. La fábrica abandonada está siempre presente en las imágenes, como si fuera un testigo mudo del fracaso. El filme se vuelve político y corrosivo por momentos, y también le deja un leve espacio a la esperanza, cuando muestra a los jóvenes refugiándose en el arte y buscando espacios alternativos en una ciudad asfixiante. El tono general, sin embargo, es sombrío y derrotista, y Capuano deja entrever que hay una larga y difícil lucha por venir en los próximos años.