Historias de miedo para contar en la oscuridad

Crítica de Fernando Alvarez - Todo lo ve

"Historias que sanan y hieren" es la frase que desliza esta película que funciona como un revival de épocas nostálgicas y en la que la amistad cobra protagonismo frente al horror sobrenatural que se avecina.

Al igual que en It! o la serieStranger Things, Historias de miedo para contar en la oscuridadtrae los tópicos de las realizaciones de terror clase B: la casa embrujada, personajes siniestros y el horror que está a la vuelta de la esquina.

En ese sentido, el filme evoca títulos clásicos del género y se basa en la antología escrita por Alvin Schwartz en 1981, pero se anima a más y ubica la acción en el amenazante escenario político de 1968, con Nixon llegando a la presidencia y la inminente guerra de Vietnam como fondo. La propuesta recuerda el estilo de los capítulos de Galería Nocturna y mantiene el espíritu de House.

El escenario es el pequeño poblado de Mill Valley, en Pennsylvania, durante la noche de Halloween. Un grupo de adolescentes se disfraza de payaso, bruja y araña y visita las casas vecinas. Sin embargo, se desata una ola de terror y muerte cuando los incautos ingresan a una antigua mansión que esconde un libro que reúne relatos escritos con sangre.

La historia la impulsan Stella -Zoe Margaret Colleti-, la chica que sufre por la desaparición de su madre; Ramón -Michael Garza-, el joven latino que será enviado a Vietnam y es burlado por todos; y se suman Auggie -Gabriel Rush- y Chuck -Austin Zajur- quienes investigarán la dramática historia de la familia Bellows, los antiguos habitantes de la mansión, y el secreto que rodea a su hija Sarah que se mantuvo oculto durante décadas.

Producido por Guillermo Del Toroy dirigido por el noruego André Ovredal -el mismo de la aterradora La morgue-, el relato acumula más suspenso y sobresaltos que terror con un desfile de criaturas monstruosas: Harold, el espantapájaros que cobra vida en el maizal; el Cadáver que busca su dedo perdido del pie y un sinfín de sorpresas. 

La excusa es unir las diferentes piezas surgidas de cada página para desempolvar el miedo en sus distintas formas. Hay un televisor que emite el clásico La noche de los muertos vivientes y abundan las referencias a Pesadilla en lo profundo de la noche y Diabólico. Todo ese universo está presente en esta cuidada realización que inquieta con su sólido elenco juvenil e incomoda en varios tramos aunque nunca llegue al horror puro.

Están los chicos buenos y los malos que arrastran problemas y reciben su merecido en medio de una trama sobre el racismo y las inquietudes de una joven escritora por convertirse en una verdadera profesional. Y claro, hay una estación de policía, una atemorizante sala de hospital y un viejo autocine que sirve como refugio de una sociedad atravesada por cambios sociales y políticos.

Todo esto reúne la propuesta que disfrutarán los adolescentes y también el público adulto que añora el estilo artesanal del viejo terror con criaturas espeluznantes que quizás parezcan hasta inofensivas. Sin embargo, la atmósfera mantienen su encanto y hay un libro que se sigue escribiendo...