Historia del miedo

Crítica de Paula Caffaro - CineramaPlus+

Bejamín Naishtat debuta en el BAFICI con su primer largometraje, Historia del miedo: un filme que narra las diferencias sociales que se evidencian cotidianamente. Una clase trabajadora frente a la abundancia de un sector muy reducido de la sociedad es el eje de esta narración un tanto apresurada. No hablo del tiempo fílmico sino de la ansiedad con la que parecen actuar un grupo heterogéneo de personajes que se polarizan entre, “los pobres” quienes casi no hablan y se dejan llevar por sus pasiones, y “los ricos” que no pueden contener su descarada verborragia , excepto mientras saborean un opulento asado.

La estructura se presenta en forma coral, y es Camilo quien con el pretexto de indagar en un mundo que les es por demás ajeno, intenta definir ciertos aspectos socioculturales del tiempo en el que vive, uno de ellos será el concepto del miedo. Con preguntas incómodas a entrevistados tomados por sorpresa y en momentos inoportunos, la cámara de Camilo bucea en el descubrimiento de los pensamientos e ideología de quienes comporten su vida a diario.

Con una clara dicotomía entre “el afuera” y “el adentro”, el filme comienza cuando desde un helicóptero se ve un extenso muro de cemento que delimita dos zonas opuestas, por un lado el basural de una villa; por el otro, un barrio privado. Cada polo de esta diferencia se verá afectado una vez que los extremos se unan y permitan esa relación impensada que imposibilita la pesada muralla divisoria. Pero, si bien el cruce se produce, nunca podrán lograr una unión armónica. Comparten espacios a diario, sólo que algunos están para mandar y otros para servir; unos para mirar desde lejos y otros para disfrutar sin valorar. Extensa puede ser la lista de oposiciones, situación que Historia del miedo logra transmitir muy bien.

La película es formalmente correcta pero deja algunos espacios vacíos. Se comprende lo que Naishtat quiere comunicar, sin embargo el conjunto revela algunas carencias importantes. Su tema es concreto pero a la hora de desplegarlo y ponerlo en escena, es en donde falla. Con una duración un tanto extensa para este tema tantas veces visitado, la sensación es de final abrupto o círculos sin cerrar. Así como la profunda división que muestra la toma aérea inicial del filme, lo que parece haber transcurrido es un desfile de pequeñas situaciones inconexas. Sin aprovechar del todo la secuencia del apagón, Historia del Miedo deja sabor a poco.

Por Paula Caffaro
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