Hipólito

Crítica de Juan Carlos Fontana - La Prensa

De conservadores y radicales

La película permite conocer a un muy interesante director Teodoro Ciampagna, mientras que junto a la solvencia de Luis Brandoni y Enrique Liporace, aparece un estupendo niño actor: Lucas Gamarra.

La sospecha de fraude electoral siempre formó parte de la historia argentina, de todas las épocas. En este caso se trata de lo ocurrido en la provincia de Córdoba, en 1935, cuando se enfrentaron conservadores y radicales y lo que quedó como saldo fueron varios muertos.

Sobre ese entretejido social, Teodoro Ciampagna, el director concreta un filme que se vuelve un testimonio de la Argentina y está inspirado en un hecho real ocurrido en la localidad de Plaza de Mercedes, en la que se rodó parte de esta muy bienvenida producción cordobesa, la segunda por estos días dada a conocer en nuestra ciudad, ya que la primera fue "De caravana" que se estrenó el pasado jueves.

"Hipólito" sigue los pasos de lo que ocurre alrededor de un niño que lleva ese nombre, él que es huérfano de padre y sólo sabe de él, según lo que le dice su madre, que tenía su mismo nombre y era radical.

CAUDILLO DE PUEBLO

El niño vive en la casa del caudillo radical del pueblo, un hombre que tiene una almacén de ramos generales, que se encarga de doctrinar a la gente del pueblo de la importancia del voto, aunque vivan amenazados por el ejército y los conservadores de la provincia.

En medio de esa puja de poderes, el niño y el hijo de un abogado radical que vive en Buenos Aires, tratan de ir abriendo sus propios caminos personales, los que a veces están lleno de obstáculos e incertidumbre, o en otros casos, el peligro es tal que sólo quedan librados a la buena de Dios.

La película permite conocer a un muy interesante director Teodoro Ciampagna, mientras que junto a la solvencia de Luis Brandoni y Enrique Liporace, aparece un estupendo niño actor: Lucas Gamarra.