Hijos nuestros

Crítica de Paraná Sendrós - Ámbito Financiero

Atractivo neocostumbrismo criollo

Pequeña, mejorable, con algunos aspectos discutibles, por no decir desagradables, y otros muy meritorios, y, eso sí, con una moraleja atendible, esta opera prima de Juan Fernández Gebauer y Nicolás Suárez resulta algo más que la simple anécdota de un cuervo inculcándole su pasión a una pobre criatura. Ya de por sí el título acepta dos interpretaciones.

Personajes, un taxista medio gruñón, excedido de peso y de frustraciones, una madre separada que vive como puede y hubiera querido ser actriz, y un pibe adolescente, lo que ya de por sí es bastante castigo para él y para quienes lo rodean. Muchas cosas los diferencian, pero hay dos que de distinto modo los acercan: el fútbol y la soledad.

Alguna vez el tachero fue joven y llegó a jugar siete partidos como profesional. Y alguna vez el chico será más grande y llegará a jugar, si Dios quiere, como profesional. Pero ahora necesita orientación. Una mano. Y una imagen paterna. Tal vez el gordo del cual se burla pueda ayudarlo un poco. Y eso es, precisamente, lo que el tachero se propone. De puro bueno, puede ser. O por necesidad de proyectarse en otro y de cubrir baches existenciales, eso también puede ser. O como una estrategia para acercarse a la madre, que también tiene sus necesidades, eso es seguro.

Estos asuntos melancólicos son tratados aquí sin mayor melancolía. Se trata de una comedia que podría decirse neocostumbrista, si se permite el neologismo. Tiene la corteza medio dura de sus personajes, el humorismo pendenciero de la calle y la tribuna, el sentimiento íntimo que se niega a salir, para no aflojar aunque todos lo sospechen. El tachero es de San Lorenzo. Se sabe que al Papa le alcanzaron una copia de la película. Todavía no se sabe si la vio, y cómo puede haber reaccionado ante la escena (agarrada de los pelos) donde Daniel Hendler vestido de cura encabeza un cántico cuervo en plena iglesia, con Ana Katz haciendo la guitarra y los feligreses y una monja todos enfervorecidos. Como sea, cosas peores ha visto. Y esta historia, ya lo dijimos, tiene sus méritos.

Protagonistas, Carlos Portaluppi, Ana Katz (que ya habían coincidido en un buen momento de "Una novia errante") y el pibe Valentín Greco, que acá debuta.