High life

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

Claire Denis, cineasta por suerte inclasificable, tiene una filmografía audaz y perturbadora. Y así como puede ir de Bella tarea a Trouble Every Day (que no es sólo sobre caníbales), también de una comedia romántica como Un bello sol interior, con Juliette Binoche y darle un papelito a Gérard Depardieu, a inmediatamente hacer un filme de ciencia ficción, con Robert Pattinson (Crepúsculo) y Binoche.

Lo de ciencia ficción es, también, una manera de decir. Porque a High Life habrá que entenderla como una metáfora. Y habrá quienes se apasionen -los denisianos fanáticos- y quienes la aborrezcan.

Ni tanto ni tan poco, el hilo conductor, la trama presenta a Monte (Pattinson), que está en una estación espacial. De a poco iremos descubriendo por qué, y a sus comportamientos. Tiene una bebita, su hija. Pero no estuvo solo. En una serie de raccontos sabremos que Monte, como otros tripulantes, han sido condenados por distintos crímenes y delitos, y estuvieron allí, en el espacio exterior, buscando nuevas fuentes de energía.

Todos están supervisados por una siniestra doctora, Dibs (Binoche), que se arregla la extensa cabellera una y otra vez, y tendría una finalidad científica. Manipuladora y pérfida, la actriz de El paciente inglés pone todas las miradas que ya le conocemos, sea cuando trata cuerpos adormecidos o cuando se masturba desaforadamente.

Binoche y Pattinson se han prestado, en sus carreras, a dejarse llevar por cineastas de los más disímiles, confiando a ciegas en ellos. Por eso sus trabajos tampoco son tipificables. Para Denis son arcilla.

Aquellos que se acerquen a High Life por el afiche y la publicidad y algún “tagline” seguramente se van a sentir defraudados. Es un filme de interiores, pero no como 2001 de Kubrick ni como Stalker: la zona, de Andrei Tarkovski. Es, sí, ambicioso. La producción no ha sido onerosa, y Denis parece rodar como en el interior de una casa de varios cuartos.

High Life es un filme que incomoda, que puede resultar tedioso. Su estructura tampoco es clásica. Y es hasta una rareza dentro de la filmografía de Denis, que comenzó asistiendo a Rivette, Costa-Gavras, Jarmusch y Wenders hasta construir un universo propio. Tómelo o déjelo.