High life

Crítica de Javier Porta Fouz - La Nación

Autora relevante y singular, Claire Denis es también versátil. Con observar solo tres de sus películas como Bella tarea, Trouble Every Day y Vendredi Soir notaremos su capacidad para pasear por variantes bélicas, caníbales y románticas, y siempre evidenciar su estilo. A sus entradas oblicuas, de tiempos enrarecidos, a los diversos géneros, Denis suma la preponderancia de los humores -en sentido amplio del término- de los cuerpos, sus movimientos enérgicos, sus explosiones.

Denis sabe filmar peleas brutales, y en los (muy pocos) minutos en los que acontecen, High Life es impactante y conmovedora. Pero este paseo autoral y letárgico de Denis por la ciencia ficción es varias otras cosas, y se asume bajo el padrinazgo de Solaris y Stalker, de Tarkovski.

La permanencia en el espacio de un puñado de seres condenados, y explotados genéticamente, tiende a no evidenciar el movimiento. Lo estático de los espacios no se refleja -a priori- con los cambios temporales de la película, que explican de forma fragmentaria y arenosa cómo se llegó a que Monte (Robert Pattinson) arregle una nave mientras llora una bebé. Hay otros nombres importantes, como Juliette Binoche, que, según una crítica de The Guardian, interpreta "la mejor escena de sexo unipersonal de la historia del cine". La estética de la representación sexual y sus humores, y las elecciones estilísticas y de ritmo al abordar la ciencia ficción nos interpelan de formas muy distintas.