High life

Crítica de Isabel Croce - La Prensa

Un hombre a la deriva, encerrado en una nave espacial. En medio de la nada y enviando información a la Tierra, tan lejana. No se sabe muy bien cuál es su misión. Sólo lo seguimos lentamente en esa suerte de hospital desolado, apartando viejos elementos o apretando botones en un ritual interminable. "Monte" tiene también otras tareas, como ir tirando al espacio, cuidadosamente embalados, a los compañeros muertos durante la travesía. Como Miriam (Catherine Deneuve), la vampira de Manhattan de "El Ansia", su tarea necrófila no tiene fin. Sin embargo, el llanto de un bebé parece sostenerlo en pie, suspendido ante el misterio de la vida. Monte intercambia gestos corporales con su balbuceante compañero, no sonríe, simplemente parece esperar alguna señal.

Así, con esos pocos elementos, se inicia la odisea espacial de una de las grandes realizadoras de nuestro tiempo, Claire Denis ("Bella tarea"), esa que como Bergman o Tarkovski indaga en la esencia de la especie humana.
Con mínimos diálogos y esbozos de situaciones, el espectador conocerá a Dibbs (Juliette Binoche), una médica más cerca de Mengele que de Schweitzer, condenada a experimentar con la tropa mixta del navío. Por eso, quién sabe, su venganza es violentar los cuerpos que la acompañan, para su propia satisfacción. Y Monte, el más solitario de todos, puede convertirse para ella en una obsesión, y su soledad, en un desafío.

Transporte espacial salido hace años de la Tierra, su carga de condenados a muerte va perdiendo la esperanza de ganar la libertad en alguna otra galaxia. Ya están comprendiendo que el engaño es la única realidad.

DIARIO INTERIOR
El filme de Claire Denis, con su estructura de diario interior, replantea el tema de las relaciones de poder, la desigualdad de los seres, la inhumanidad de una sociedad tecnológicamente avanzada, capaz de violentar a unos para que sobrevivan otros.
Pero también, en una concepción desesperanzada, parece rescatar la necesidad de celebrar lo corporal a pesar de todo (rituales de Dibbs con sus pacientes), de mantener la vida hasta el momento final y observar a nuevos seres, naturales o de probeta, como una posibilidad de que lo conflictivo de la esencia humana vaya mutando con el tiempo. Como ese huerto de luces artificiales que crece en un rincón de la nave en medio de la incógnita del futuro.

Hipnótica y angustiante, "High Life" revitaliza el género de la ciencia ficción y lo catapulta, como "Solaris", aquella creación que unió a Tarkovski y al polaco Stanislaw Lem, hacia un campo creativo inagotable. En el centro de todo, el cimbreante acompañamiento sonoro de los Tindersticks y dos actores inolvidables, Robert Pattinson y Juliette Binoche.