Heterofobia

Crítica de Sergio Del Zotto - Visión del cine

Inusual representación del Síndrome de Estocolmo en clave surrealista es lo que parece Heterofobia, segundo largometraje de Goyo Anchou. Experimento llevado al extremo, según sus condiciones de producción.
Heterofobia cuenta el descenso al infierno de Mariano, un joven gay que, primero, es violado y, luego, rechazado por un amigo heterosexual con quien tenía aspiraciones amorosas.

Heterofobia es una película que parece urgente, desordenada, con capas y capas de sentido, de superposiciones, de mezclas, de batalla, de rabia, de sinsentidos, de constante búsqueda. Por momentos es el elogio de la venganza o como ella misma se define: una rapsodia, esa composición de forma libre constituida por fragmentos de otras obras o con trozos de aires populares. Y en otros tramos es una abrumadora catarata de collages de imágenes y narraciones en off, en los que a veces no se logra centrar el interés y que, además, terminan siendo un lastre.

Hay una insistencia en hablar de patriarcado cuando en realidad no se muestran personajes femeninos de peso. Habría que hablar más bien de machismo exacerbado en lugar de asociar homosexualidad con roles femeninos.

De una primera parte en que el protagonista, Mariano, busca por todos los medios volver a ser el objeto del deseo del hombre que lo violó y del que él se ha enamorado, se pasa a otra con rituales mágicos de la tierra media y de ahí a convertirse en vampiro vengador, para finalmente, llegar a un final luminoso.

Este segundo largo de Anchou, luego de La peli de Batato, desconcierta por momentos, con sus pretensiones citando a Kierkegaard, y por otros irrita disparando frases monocordes, exentas de tonos, dichas como una letanía, como cuando, sin modulaciones, una voz dice: “descartado como un gargajo en la tierra” y de ahí pasa a sonetos de Shakespeare.