Hermosas criaturas

Crítica de Laura Dal Poggetto - Función Agotada

La ceremonia

Hermosas Criaturas es una de las nuevas apuestas de Summit para "la nueva gran saga adolescente post-Twilight"; pero así como tiene puntos de contacto con ésta -basada en una franquicia literaria para "jóvenes adultos", elementos sobrenaturales, la historia del primer amor- es lo suficientemente sólida como para diferenciarse (para bien) de la historia sin fin de vampiros que brillan a la luz del día.

En principio, la materia prima en la que se basa -la serie iniciada por el libro homónimo escrito por Margaret Stohl y Kami García- que plantea un tono gótico sureño para adolescentes. El cambio de los bosques fríos de Seattle a los pantanos de Carolina del Sur permite el juego camp de referencias al carácter excéntrico de los habitantes de la zona, fieles -aunque sea por una tradición basada en la inercia nostálgica- a ciertos valores de la vieja Unión de Confederados (como comenta el protagonista, siguen dramatizando batallas de la Guerra Civil americana con la esperanza de que alguna vez cambie el resultado). Al pueblo (ficticio) de Gattlin llega un día Lena Duchannes (la casi debutante Alice Englert, hija de Jane Champion, directora de La Lección de Piano), envuelta en el mismo misterio que rodea a su pariente residente en el pueblo, el "viejo" Ravenwood (Jeremy Irons, como un caballero sureño de punta en blanco) y al resto de la familia, a la que los locales le achacan toda clase de leyendas. Muy lejos de la realidad no están, como pronto descubrirá Ethan (Alden Enrenreich, antes visto en Tetro), que no se desanima por la habladurías del pueblo -compuesto por una mayoría de católicos fervientes- en sus intentos por socializar con Lena.

Una vez que la relación romántica entre los dos se instala (rápidamente, siguiendo las reglas de este género), Lena -verdadera protagonista del film, pese a estar narrado por su partenaire- le confiesa a Ethan que es la descendiente de casters (o hechiceros) cuyos poderes se acrecientan a medida que se acercan a su cumpleaños número 16, donde se determina si se dedicarán a la magia blanca o la oscura. En el caso de las mujeres de la familia, no pueden elegir por ellas mismas, bajo el eufemismo de que "su naturaleza decide por ellas". A esto se le agrega dos amenazas latentes: la caster malvada Sarafine que quiere llevar a Lena para su bando y una maldición familiar que la parejita principal investigará pese a que varios indicios (un relicario que aparece de la nada, sueños que tiene Ethan) ya nos den la pauta en los primeros diez minutos de todo lo que va a ocurrir en el resto del film.

La película no se distingue por un enfoque original en la dirección, cortesía del veterano Richard LaGravanese (responsable de PD: Te Amo, pero también guionista de Los Puentes de Madison). Sin embargo, tiene mucho mejor potencial como saga que la antes mencionada Twilight. Tanto la historia original como el guión (también a cargo de LaGravenese) crean un universo mitológico bastante más rico, donde las mujeres no son simples espectadoras de los eventos sobrenaturales, si no las que llevan las riendas -pese a la premisa- y el personaje de Lena es presentado como la caster más poderosa hasta ese momento, por lo que sus decisiones pueden cambiar no solamente el rumbo de su historia. Summit evidentemente está al tanto de este potencial e invirtió un mayor presupuesto en el elenco, donde además de Irons están Emma Thompson y Viola Davis, a la que -pese a sus nominaciones al Oscar- le siguen reservando papeles menos interesantes: en este caso la que explica todos los potenciales baches de la historia. Los tres "adultos", junto a Emmy Rossum (que interpreta Ridley Duchannes, la "chica mala" de la familia), están más que predispuestos a jugar con los giros referenciales y toques camp del guión que LaGravenese les reserva y que hacen que la primer hora del film mantenga un ritmo creciente.

Lamentablemente, en la segunda mitad esto se desdibuja, gracias a la repetición de flashbacks filmados como reconstrucciones históricas baratas de especiales de cable, las explicaciones redundantes (que redundan) y los efectos por CGI (donde la empresa parece mantenerse reacia a desembolsar más dinero) reservados a las apariciones de Sarafine, que reducen considerablemente su factor de amenaza (aunque para ser justos, el guión deja bien claro desde un principio que el peligro mayor en definitiva es la protagonista, a la que su destino potencial la convierte en una bomba de tiempo -sí, como cualquier chica adolescente).

La pareja principal tiene mucho más carisma que lo que dejaban entrever los trailers. Englert se desenvuelve bien en el lugar de protagonista y Enrenreich logra manejar el balance entre sentido del humor y dramatismo romántico adolescente de su personaje. Y esto último abunda, incluyendo referencias forzosas a escritores como Vonnegut y Bukowski para ser la prima cool de la familia Summit. Pero aún así, siguen siendo adolescentes más interesantes y verosímiles que los taciturnos acartonados de la saga Twilight. Al menos estos tienen sangre caliente.