Héctor en busca de la felicidad

Crítica de Diego Papic - La Agenda

Una parodia protagonizada por Simon Pegg que amaga pero no concreta.

Hablemos de Simon Pegg. Este señor inglés escribió y protagonizó tres comedias extraordinarias: Shaun of the Dead (de zombies), Hot Fuzz (de acción) y The World’s End (ciencia ficción). Su estilo es filoso y sagaz, fumón pero con una vuelta más que un Seth Rogen porque, al fin y al cabo, es inglés. A partir de esta trilogía empezó a pegar papeles en películas grandes como Misión imposible o Star Trek. Y ahora llega como protagonista -pero sin escribir ni nada- de una comedia sorprendente: Hector y la búsqueda de la felicidad.

Pero no es sorprendente en el buen sentido sino todo lo contrario. Cuesta creer, cuando uno la empieza a ver, que lo que está viendo es eso y no hay nada por atrás. Que no es una parodia como las que acostumbra interpretar Pegg. Hay un par de momentos graciosos al principio pero uno espera entrar en el chiste hasta que se da cuenta de que no hay ningún chiste.

Pegg interpreta al Hector del título, un psiquiatra muy correcto y ordenado, que de pronto se da cuenta de que no puede ayudar más a sus pacientes si no descubre cuál es el secreto de la felicidad. El punto de partida recuerda a la genial Brain Candy, del grupo canadiense The Kids in the Hall -el que no la vio, véala urgente-, pero mientras esta era una crítica mordaz a las terapias alternativas, a la psiquiatría y a la autoayuda -y además, vamos, era muy graciosa y no sólo por eso-, Hector en busca de la felicidad, no.

Hector viaja por todo el mundo y se encuentra con diferentes personajes que le van ayudando a encontrar la felicidad, o al menos a descartar lugares en donde encontrarla. Y va anotando ítems en su libreta, como por ejemplo: “Hay gente que cree que la felicidad es tener dinero”. Y esto es así, no tiene un doble sentido, una ironía, una profundidad mayor que esa obviedad que estoy diciendo.

Parece difícil de entender que Simon Pegg sea el protagonista de esta película. Pero se puede rescatar algo bueno: más allá de las películas que escribe o de los pequeños papeles secundarios en tanques de Hollywood, en Hector y la búsqueda de la felicidad se lo adivina como un posible Tom Hanks. Es decir: un comediante dulce, lejos del cinismo. Puede ser que ocurra y ojalá, porque es un genio. Pero Hector en busca de la felicidad no es un buen primer paso.