Hasta el último hombre

Crítica de Luciana Boglioli - La Capital

La paz en la guerra

Mel Gibson, amante de la épica y de los dramas bélicos, vuelve al campo de batalla después de una década sin dirigir, con un filme que indaga en la fe, la moral y el sacrificio humano. Se trata de la cuarta película que dirige el actor, director y productor estadounidense después de "Corazón valiente", por la cual ganó un Oscar, "La pasión de Cristo" y "Apocalypto". Si bien hay muchos aspectos para analizar en este filme, el primero y más acertado es que la historia elegida -en una coyuntura donde las buenas ideas no abundan- es consistente y realmente conmovedora. Se trata de la historia real de Desmond Doss, un miembro de la Iglesia Adventista del Séptimo Día que se convirtió en héroe en la Segunda Guerra Mundial, hasta el punto que fue el primer objetor de conciencia en recibir la Medalla de Honor y uno de los tres únicos objetores en no retirarla hasta hoy. Protagonizado por Andrew Garfield (el ex "Hombre Araña"), el filme se sitúa durante la batalla de Okinawa, en Japón, pocas semanas antes de los bombardeos atómicos sobre Hiroshima y Nagasaki. Allí, Desmond logra salvar a 75 hombres con una gran particularidad: sin tocar un arma por sus creencias religiosas. Así, entre secuencias de batallas de alto impacto, Garfield logra una gran empatía con el espectador, generando una montaña rusa de emociones. Y ahí está el triunfo del director, que logra humanizar al protagonista a través de flashbacks de su infancia justificando su comportamiento y mostrando un pasado tormentoso con su padre. Y logra mostrar a un héroe que no utiliza la violencia. ¿Será una de las posibles ganadoras del Oscar? Puede ser. Lo que se rumorea es que Garfield tiene grandes chances de quedarse con la estatuilla a mejor actor.