Hasta el último hombre

Crítica de Iván San Martín - Cinergia

Porque tengo el corazón valiente

La Segunda Guerra Mundial tal vez sea uno de los hechos históricos que más representaciones tuvo en la gran pantalla. Es larga la lista de sucesos reales que han sido retratados desde que finalizó la guerra en 1945, pero había una historia poco conocida y que se convirtió en uno de los actos más valientes que tuvo el enfrentamiento global.
Desmond Doss (Andrew Garfield) es un joven adventista que se enlista en el ejército, pero durante los entrenamientos le hace saber a sus superiores que aunque apoya y está dispuesto a servir a su país, ni siquiera va a tocar un arma ya que, según sus fuertes creencias, quitar una vida es el peor pecado que podría cometer. A pesar de la incrédula mirada de toda su unidad y los continuos hostigamientos de sus superiores para que renuncie, no se deja desanimar y sobrepasa todos los obstáculos para llegar a convertirse en médico de combate sin un arma que lo proteja. Su labor será en la sangrienta Batalla de Okinawa donde deberá ayudar a los soldados heridos por los japoneses.
Diez años después de su último proyecto como director, Mel Gibson vuelve a ponerse detrás de cámaras con una historia sobre el heroísmo y la fe. Ambas están muy bien retratadas y nunca busca mostrar una superioridad moral del protagonista sino que obra según lo que para él es humano.
Todo el elenco es sólido es sus interpretaciones y cabe destacar al ex Spider-Man Andrew Garfield como Doss, a Teresa Palmer como la esposa del soldado, a Vince Vaughn como un sargento que hace todo lo posible para que Doss desista de su entrenamiento, aunque la mejor interpretación es la de Hugo Weaving como el padre alcohólico y traumado del joven.
En los rubros técnicos el punto fuerte se encuentra en la maravillosa fotografía y la poderosa banda de sonido a cargo del británico Rupert Gregson-Williams.

Hasta el último hombre es una muy buena película con un tercer acto contundente y explosivo, grandes escenas de acción y momentos dramáticos a la altura que bien vale la pena verla en pantalla grande.