Harry Potter y las Reliquias de la Muerte: Parte 2

Crítica de Bernabé Quiroga - CiNerd

FINITE INCANTATEM

Los avances la describían como “La épica conclusión del fenómeno mundial”. Sus productores hablaban de ella como “una película de guerra”. El director David Yates la definió como “una gran opera”. Sí, HARRY POTTER Y LAS RELIQUIAS DE LA MUERTE: PARTE 2 (2011) es todo eso, pero también mucho más. Para algunos es una despedida de su niñez y del enternecedor mundo que J.K. Rowling creó hace catorce años. Para otros es simplemente el final de la saga más mágica de todos los tiempos. De una u otra manera, todo termina en esta octava película de la franquicia en la que los inseparables Harry (Daniel Radcliffe), Ron (Rupert Grint) y Hermione (Emma Watson) tienen la misión de destruir los horrocruxes faltantes, las partes del alma de Lord Voldemort (Ralph Fiennes) que él escondió en diferentes objetos. Pero el destino los llevará de vuelta al lugar donde todo comenzó: a Hogwarts. Allí deberán enfrentarse cara a cara contra el Innombrable y su ejército de malvado Mortífagos, en la guerra final que decidirá el destino del mundo.

Las luces se apagan y vemos a Voldemort obteniendo la Varita de Sauco - una varita invencible y una de las tres Reliquias de la Muerte - de la tumba de Dumbledore. De ahí pasamos a Hogwarts custodiada por Dementores, a una escenita lúgubre pero sencillamente perfecta que resalta esa alegoría dictatorial constante que ahora se presenta con los alumnos caminando alineados mientras Severus Snape (Alan Rickman), el nuevo director, los observa desde lo alto. Fundido negro y vemos el nombre del protagonista flotando por última vez entre nubes grises. Así comienza el evento cinematográfico más importante del año y la gran ceremonia de cierre para toda una generación.

Después de la anticlimática primera parte, el estudio decidió entregar un genuino final para esta saga que, como tal, es puramente autorreferencial, emotivo y concluyente. Completamente alejada del tono de aventura infantil de las primeras películas y de las narraciones que abarcaban un largo periodo de tiempo, LAS RELIQUIAS DE LA MUERTE: PARTE 2 es un oscuro pero satisfactorio film que cuenta los trágicos y épicos eventos que transcurren, casi en su totalidad, en una noche. Esto, que le aporta un exquisito clima de tensión constante, es simplemente el resultado de la sabia decisión tomada por Warner Bros. de dividir el último libro en dos. Y después de descartar eficazmente todo lo sucedido en la primera parte, los realizadores dejaron para el final solo la irrupción en Gringgots y la batalla en Hogwarts. El problema es que se concentraron solamente en esta última y, sumándole el hecho de que esta es la segunda parte de una película entera, el film no empieza con fuerza - así como la entrega anterior tampoco tenía un final propiamente dicho -. Consecuencia: El regreso al banco de los magos está desaprovechado, pasa rápido y sin sobresaltos y, de no ser por el dragón que custodia las bóvedas (el único momento en que el 3D es apreciado), casi nada en esta secuencia valdría la pena. Casi como si los realizadores creyeran que la Batalla de Hogwarts era la única forma de sostener el film, el guión se apresura lo más que puede para llegar al castillo y eso hace que la narración tambalea. Claro que, al llegar allí, es otra cosa.

No sé si fue gracias al gran presupuesto que tuvo o a un crecimiento en sus labores como director, pero David Yates - un inglés que venía de filmar cortometrajes, series y películas para Tv - supo plasmar a la perfección la épica guerra final, otra vez con la ayuda de la fotografía de Eduardo Serra y la banda sonora de Alexandre Desplat - quien en más de una ocasión nos remite a las partituras de John Williams -. El clima de desesperación y miedo, la destrucción del castillo, los constantes duelos y toda la acción son llevados muy eficazmente a la pantalla y, visualmente, toda la secuencia es impactante. Narrativamente también funciona, pero no como los que leyeron el libro esperaban. Si bien es una adaptación y ciertas cosas pueden dejarse de lado, la película desaprovecha enormemente momentos de alto contenido dramático y no trata algunas escenas o las muertes de varios personajes con el debido respeto. Sí, LAS RELIQUIAS DE LA MUERTE: PARTE 2 es muy emotiva, pero no lo suficiente tratándose del final.

En cuanto a su guión, este es sólido en general y cuanta con una bien trabajada progresión narrativa y buenos diálogos. Dejando de lado el dudoso comienzo, la narración se sostiene sin problemas manteniendo al espectador muy entretenido. Claro que este es una cinta mucho menos arriesgada que la anterior. En LAS RELIQUIAS DE LA MUERTE: PARTE 1, Yates tuvo que ingeniárselas para interesar a los espectadores contando solo con los tres jóvenes magos caminando, escondiéndose, esperando, peleándose y buscando horrocruxes. El resultado fue uno de las mejores entregas de la saga. Aquí tenía todo lo contrario pero, rara y lamentablemente, esta segunda parte de no logra superar a su predecesora, ni tampoco a las otras dos mejores películas de la franquicia: HARRY POTTTER Y EL PRISIONERO DE AZKABAN (2004) y HARRY POTTER Y EL CALIZ DE FUEGO (2005), en mi opinión ¿Por qué? Tal vez sea por el hecho de que tiene más acción que historia, por la falta de emoción que mencioné anteriormente o por ciertas falencias u información omitida que su guión no supo adaptar al tratarse de un proyecto de semejante envergadura - ¿Cómo llega Luna al castillo? ¿Cuándo lo toman prisionero a Hagrid? ¿Cómo sabe Harry que es Rowena Revenclaw la que ve en su visión? ¿Desde cuándo tiene Lupin un hijo?, etc. - De todas formas, tanto los fanáticos de los libros como los espectadores habituales disfrutarán por igual de este final. Quienes de seguro no lo harán son aquellos que nunca antes vieron una de Potter, ya que LAS RELIQUIAS DE LA MUERTE: PARTE 2 está constantemente haciendo referencia a los films previos. Primero que nada, para verla y entenderla, es obligatorio haber visto la entrega anterior porque aquí no se toman la molestia de explicar nada. También nos lleva de vuelta a lugares como Gringotts o la Cámara Secreta; nos devuelve personajes como Sirius, Cho Chang, Ollivander y los duendecillos de Cornualles; y hasta nos muestra nuevamente escenas de toda la saga, incluyendo la noche en que Voldemort le hizo a Harry su cicatriz. Es nostalgia pura que los no conocedores no sabrán apreciar y que podría llegar a frustrarlos.

Lo más interesante de este final es que se sostiene sobre tres personajes claves. Uno es Harry, por supuesto, interpretado por un Daniel Radcliffe ya lo suficientemente creíble. Otro es Voldemort, a cargo de Ralph Fiennes, quien brinda una interpretación sobresaliente y espeluznante, logrando mostrar un lado hasta ahora desconocido: la fragilidad del ser humano que su personaje esconde dentro y esos momentos en que se da cuenta de la destrucción de sus horrocruxes o en que celebra la “muerte” de su archienemigo - con una risa malévola, una bailecito y un intento de abrazo a Draco Malfoy - son fascinantes y los mejores ejemplos de esto. No hay duda que Vodemort es uno de los mejores villanos que dio el cine y que Fiennes, un excelente actor. Pero el personaje más conmovedor, interesante y mejor interpretado es, sin duda, Severus Snape. Alan Rickman conmovió a todos ante la enternecedora revelación final que, para muchos, es la mejor secuencia que tiene esta cinta y que le da un giro inesperado a toda la saga, develando de paso algunos de los misterios que habían quedado en el camino. El resto de este importante elenco británico hace lo suyo por última vez y casi todos sus personajes tienen su momento. El discurso de Neville (Matt Lewis), el duelo de Bellatrix Lestrange (Helena Bonham Carter) contra Molly Weasley (Julie Walters), el de la Profesora McGonagall (Maggie Smith) contra Snape, la huida de los Malfoy (Tom Felton, Jason Isaacs y Helen McCrory), la reaparición de Sirius Black (Gary Oldman) y los otros en el Bosque Prohibido, la última charla con Dumbledore (Michael Gambon) y más, son algunas de las inolvidables escenas que componen esta última parte.

Con algunos cambios mínimos en relación al libro - unos para bien, otros para mal -, HARRY POTTER Y LAS RELIQUIAS DE LA MUERTE: PARTE 2 es un gran final para una gran saga. Si bien podría haber sido mucho mejor, este le otorga a los fanáticos todo lo que querían ver. Hay beso entre Ron y Hermione, ahora mucho más íntimo y romántico porque, al ser una película, no es necesaria la presencia ni el punto de vista de Harry. Hay un último enfrentamiento con aquel que no debe ser nombrado, violento y duro, que nos lleva por todo el castillo en lugar de quedarse atascado en el Gran Salón. Pero, sobre todo… hay un final feliz. Si bien la conclusión de la Batalla de Hogwarts es mucho menos explicativa y festiva de lo que esperábamos - uno de los cambios para mal en relación al libro -, ver al trio protagonista parado de espaldas a Hogwarts y con el futuro por delante, nos llena de alegría. Diecinueve años después estamos de vuelta en la estación King’s Cross y, aunque los maquillajes de adultos no terminan de convencer, todo está bien.

Así concluye la franquicia creada hace más de una década por la novelista J.K. Rowling, quien supo capturar los corazones de lectores y espectadores en todo el mundo, con una historia sobre la magia, el amor, la amistad, la familia, el honor, la valentía, la lealtad y la bondad en todos nosotros. Toda una generación que se despide de esos personajes que llegaron a amar. Aquellos que soñaron con algún día recibir una carta de Hogwarts, aquellos que usaron alguna vez una túnica, aquellos que agitaron lápices y ramas intentando conjurar un Patronus y aquellos que montaron escobas queriendo jugar al Quidditch. Esos que saben que el último enemigo en ser derrotado es la muerte y esos que creen que la magia es amor y no poder. Los que defendieron la Piedra y encontraron la Cámara; los que liberaron al Prisionero y fueron escogidos por el Cáliz; los que pelearon junto a la Orden, aprendieron del Príncipe y dominaron las Reliquias. Toda una generación que se despide para siempre de Harry Potter, el niño que vivió y que ahora vive por siempre. Los niños se hacen adultos, los villanos caen y los héroes se vuelven leyenda.