Harry Potter y las Reliquias de la Muerte: Parte 1

Crítica de Bernabé Quiroga - CiNerd

LA CALMA ANTES DE LA TORMENTA

Ahora que Lord Voldemort (Ralph Finnes) y sus Mortífagos han tomado el control de Hogwarts y del mundo mágico, ningún lugar es seguro. Lejos del colegio y de sus familias, los inseparables Harry (Daniel Radcliffe), Ron (Rupert Grint) y Hermione (Emma Watson) emprenderán un solitario viaje, huyendo de sus enemigos, con la misión de encontrar y destruir los Horrocruxes, las partes del alma del Innombrable, ocultas en diferentes objetos. Solo de esta manera, y con la ayuda de tres antiguos y poderosos objetos mágicos conocidos como Las Reliquias de la Muerte, podrán vencer a Lord Voldemort y restaurar la paz en el mundo.

Resulta difícil creer que este film pertenece a la misma saga que comenzó como una encantadora aventura familiar sobre un niño que descubría ser un mago. Pero una vez más, Harry Potter nos hace creer lo increíble. La magia y los entrañables personajes creados por la novelista J.K. Rowling siguen presentes en esta séptima adaptación de uno de sus libros, pero esa oscuridad y madurez progresiva, percibida desde las primeras secuelas, han alcanzado los niveles de una película ya no apta para niños - ni siquiera para aquellos acompañados por sus padres, sin excepciones -; y los inofensivos temas que antes solía tratar han sido desplazados por completo para centrarse en una historia sobre la lealtad, el paso de la adolescencia a la adultez, la injusticia, la intolerancia, la corrupción y, por supuesto, la eterna lucha entre el bien y el mal. Es decir, todo lo que se podría esperar de una película sobre tres adolescentes prófugos, solos en un mundo dominado por la tiranía. Después del paso en falso que fue la sexta entrega de la saga, el director David Yates se reivindica con HARRY POTTER Y LAS RELIQUIAS DE LA MUERTE: PARTE 1 (2010), uno de los mejores y más eficaces films de la franquicia que, aunque no cierra de la mejor manera - a fin de cuentas es solo la mitad de una película entera -, no hay duda de que dejará a casi todo espectador, lector de los libros o fanático incondicional, más que satisfecho.

Alguien que no conozca cómo termina la historia del joven mago o que no haya leído nunca el séptimo libro, probablemente crea que la decisión de dividir el final en dos partes se deba solo a una cuestión monetaria - después de todo, dos películas significa el doble de ganancias en taquilla -. Sin embargo, y aunque puede ser que, en parte, ese alguien tenga razón, el acertado plan de Warner Bros. va más allá de la codicia: dos películas significa más tiempo para ser lo más fiel posible a la novela, sin tener que dejar (casi) nada afuera. Y dos partes permiten que sus responsables pueden darse el lujo de forjar una muy entretenida narración, equilibrada con espectaculares escenas de acción, momentos de humor, drama y romance, picos de tensión y una agobiante y muy bien lograda sensación de tranquilidad y calma. A diferencia de la veloz sucesión de escenas de, por ejemplo, HARRY POTTER Y LA ORDEN DEL FENIX (2007), aquí la narración se toma su tiempo y, sin aburrir la mayor parte de sus 146 minutos - gracias a la química del trió protagonista -, logra balancear su trama entre la espera y la acción, y entre la quietud y el estallido, algo que seguramente estará ausente en la épica PARTE 2 (15 de Julio de 2011) de este desenlace, a la que sus productores definieron como “una película de guerra”.

Pero no se dejen engañar. HARRY POTTER Y LAS RELIQUIAS DE LA MUERTE no es ni la primera ni la última película filmada en simultáneo y dividida en dos. Desde la trilogía de EL SEÑOR DE LOS ANILLOS, pasando por las dos secuelas de la saga MATRIX y los dos volúmenes de KILL BILL, hasta las aun no estrenadas dos respectivas partes de THE TWILIGHT SAGA: BREAKING DAWN (2011-2012) y de THE HOBBIT (2012-2013), esta estrategia fue ganando popularidad al darle a sus estudios ganancias millonarias, pero también trayendo consigo una dificultad que se hace presente en la séptima aventura del joven mago. Al ser solo la primera mitad de una película, HARRY POTTER Y LAS RELIQUIAS DE LA MUERTE: PARTE 1 no concluye debidamente. Era de suponer que su historia quedaría continuada y con más de una pregunta sin responder, pero aquellos que esperen ver un film completo, con el tradicional principio, nudo y desenlace, seguramente se desilusionarán al tener que conformarse solo con un principio y un desarrollo sin final. Lo que sí logra la última secuencia, es acomodar todas las piezas para lo que será la - ahora esperadísima - segunda parte; y ese continuado “desenlace” se encarga de asegurar la asistencia de todos los espectadores de la sala que quedaron con la intriga y con las ganas de saber cómo concluirá esta historia.

Otro de los problemas que provoca esta división del film es una división en el público, que se hace evidente más ahora que en cualquier entrega anterior. Por un lado están los fanáticos de los libros que apreciarán la fidelidad de la adaptación. Por el otro, están los espectadores que solo conocen a Harry Potter por las películas, y son estos quienes, al ver LAS RELIQUIAS DE LA MUERTE: PARTE 1, probablemente se sentirán perdidos o frustrados ante situaciones o detalles nunca antes mencionados en las previas adaptaciones fílmicas (el espejo que lleva Harry en todo momento, la boda o el Valle de Godric) y personajes que, a diferencia de los libros, aparecen o regresan de la nada (como Fleur Delacour, Bill Weasley, Dobby, Mundungus Fletcher). Al no condensar las sub-tramas literarias e incluir casi en totalidad las situaciones de la novela, el espectador ordinario podría perderse en más de una ocasión y para aquel que nunca antes vio un film de Harry Potter, este sería el peor momento para empezar. Puede que su fidelidad, con respecto al material original, cause que la trama llegue a estirarse demasiado, que las muertes de algunos personajes parezcan rápidas o carentes de importancia, o que ese deus ex machina del final enoje a los críticos. Pero no hay duda de que es una película que, aunque solo los fans disfrutarán por completo, a todos emocionará por igual.

Después de agotar la rotación de directores en HARRY POTTER Y EL CALIZ DE FUEGO (2005), el estudio dejó a David Yates con la responsabilidad y la dificultosa tarea de encargarse de las secuelas restantes. Y aunque al principio parecía que no sabía lo que hacía, Yates creció junto a las películas logrando darles una agradecida solidez estilística a lo que quedaba de la franquicia. Ahora, algunos años después, el director ya se anima a desenvolverse cómodamente, soltando todo su arsenal cinematográfico en lo que es la entrega más visualmente atractiva desde la de Alfonso Cuarón (HARRY POTTER Y EL PRISIONERO DE AZKABAN, 2004). Variando entre planos abiertos y cerrados, entre una cámara estática y otra frenética, y entre escenas de puros efectos y otras crudamente realistas, el estilo de HARRY POTTER Y LAS RELIQUIAS DE LA MUERTE: PARTE 1 se termina de consolidar por los eficientes labores del compositor Alexande Desplat y del director de fotografía Eduardo Cerra (el mismo de MÁS ALLÁ DE LOS SUEÑOS y DIAMANTE DE SANGRE), de sus majestuosos paisajes y decorados, sus deslumbrantes FX y de esa secuencia animada que ilustra “La Fabula de los Tres Hermanos” y que, aunque se aprecia la intención, lamentablemente no encaja del todo en la película. Aun así, sumado esto a la fuerza narrativa de su guión y a las ya insuperables actuaciones de su elenco, estamos en presencia, no solo de una de las mejores películas de la franquicia “Harry Potter”, sino de un muy buen film en general.

Al estar solos en la mayoría de las escenas, el trío principal se enfrenta a su reto más difícil: sostener la película sin contar con talentosos actores secundarios que los acompañen. Sin Michael Gambon (Albus Dumbledore), Jim Broadbent (Profesor Slughorn), Emma Thompson (Profesora Trelawney), Maggie Smith (Profesora McGonagall), entre otros dejados de lado, los tres protagonistas demuestran lo mucho que crecieron actoralmente logrando sobrellevar sin problemas las escenas de comedia (especialidad de Rupert Grint), drama (especialidad de Emma Watson) y acción (okey, especialidad de Daniel Radcliffe). El resto del elenco lo integran algunos muy desaprovechados buenos actores (Alan “Snape” Rickman, Jason “Lucius Malfoy” Isaacs, Tom “Draco Malfoy” Felton, John “Ollivander” Hurt, Helena “Bellatrix Lestrange” Bonham Carter y Robbie “Hagrid” Coltrane), otras acertadas nuevas incorporaciones (Rhys “Xenophilius Lovegood” Ifans y Bill “Rufus Scrimgeour” Nighy) y un sobresaliente Ralph Fiennes que termina de consolidarse como EL villano. Su Lord Voldemort en esta entrega, aunque no cuenta con mucha participación, es el más inhumano, cruel y aterrador hasta el momento - demostrado desde el principio en la arrolladora escena en que le da de comer a la serpiente Nagini - y sus escasas apariciones se aprecian a cada momento - así como lo fue el Joker de Heath Ledger en THE DARK KNIGHT (2008), aunque en menor escala -.

Con la fiebre Crepusculera olvidada por el momento, una franquicia que sí se merece el éxito regresa a los cines por penúltima vez. Pero todo ha cambiado. Lejos de Hogwarts, la erupción de las hormonas adolescentes, las clases y los partidos de Quidditch, la saga da un brusco giro y se convierte en algo más. Aunque sigue siendo una aventura sobre magos, las películas de Harry Potter han madurado. Más oscura, más violenta, autorreferencial, políticamente incorrecta y hasta con una tensión sexual latente entre sus protagonistas, la primera parte de LAS RELIQUIAS DE LA MUERTE llega para hacer que nos cuestionemos qué es en realidad esta saga. ¿Qué hay por debajo de su fuerte entramado ideológico? ¿Es a caso una reminiscencia al ascenso del nazismo o las dictaduras? ¿Son los muggles aquí una alegoría de los judíos? Y con frases como “No tienen nada que temer si no tienen nada que esconder”, los interrogatorios, la intolerancia, las desapariciones, el miedo inducido, los héroes siendo perseguidos y los gobiernos y el colegio bajo el mandato del despotismo, la respuesta es casi obvia. Aún hay escenas de acción impactantes (Los Mortífagos y Voldemort persiguiendo a Harry por el cielo), un misterio que resolver (Las Reliquias de la Muerte), momentos muy entretenidos (El trío infiltrándose en el Ministerio de Magia o la escena de los múltiples Harrys en la que Radcliffe se luce) y otros fuertemente melodramáticos, pero no hay duda de que LAS RELIQUIAS DE LA MUERTE es muy distinta de lo que fue HARRY POTTER Y LA PIEDRA FILOSOFAL (2001). Quién iba a pensar que en esto se convertirían las películas del joven mago. A lo largo de diez años su historia fue madurando junto a sus seguidores, dejando ver un relato sobre el amor, la amistad, la familia y las líneas que separan al bien del mal. Pero ese relato llegará a su fin muy pronto (el 15 de abril de 2011, para ser más exacto). Ellos, los fanáticos, lo saben bien y ya están preparándose para dejar su adolescencia atrás. Saben que todo principio tiene un fin, que ya es tiempo de seguir adelante pero que, a pesar de tener los días contados, nunca habrá nada más mágico que haber crecido junto a sus héroes.