Hansel & Gretel

Crítica de Pablo Raimondi - SI (Clarín.com)

El cuento de nunca acabar

Dicen que la tercera es la vencida... bueno para Hansel & Gretel, la versión coreana -y macabra- de la fábula clásica de los Hermanos Grimm, el número de la suerte (¡y que las hay, las hay) sí... es el siete. Este film pareció estar maldito para las salas locales y se postergó su estreno en ¡seis oportunidades!.

Dejando de lado esta introducción ideal para este tipo de largometrajes, el film no se basa en la cruel realidad europea de posguerra donde los padres abandonaban a sus hijos en el bosque por la hambruna imperante. No, no... el director coreano Yim Phil Sung (Antartic Journal, Baby) deja de lado la fantasía infantil para meter al espectador en un sórdido mundo de abandono, maltrato y mucho suspenso.

Eun-soo (Chun Jeong-myoung) está distraido pensando en su futura paternidad y la enfermedad que aqueja a su madre. Mientras viaja en su automóvil, cavila la situación y repentínamente pierde el control del vehículo sufriendo un accidente. Sale ileso de milagro aunque pierde el conocimiento. Esa laguna mental es aprovechada por la mano de un profuso bosque que lo adentra más y más en sus entrañas. Luego de transitar la espesura del terreno descubre una casa digna de fábula... pero macabra. Objetos navideños por doquier y tres hermanitos que viven misteriosamente solos.

Man-bok es un muchachito lleno de imaginación, aunque muy orgulloso y perverso si se lo enfrenta. Como el inefable guardián de esta familia huérfana, es el que genera mayor tensión a la hora de relacionarse con el adulto recién llegado. La preadolescente Young-hee (que siempre desaparece por las noches) es muy curiosa y comparte una sutil química con el forastero. Quizás un despertar sexual -que su hermano percata- aumenta su ira y celos contra el adulto a quien logra cautivar en base a historias fantásticas. Por último, Jung-Soon, la más pequeña, juega a solas con sus descabezadas muñecas y ositos de peluche destripados. Su sensibilidad (histeriqueo insoportable a veces) hace que Eun-soo pierda los estribos con ella y desate una furia inhumana del sobreprotector hermano mayor.

La relación de los niños con el mundo adulto, el deseo -y dolor- de crecer junto a las escenas (fuertes) de maltrato, ajustará a la batuca al espectador ducho en películas de este tipo. Climas asfixiantes y opresivos muestran como la llegada de un un diácono y una mujer, con carácter algo violento, tensa aún más la cuerda en la relación de los chicos con el mundo adulto. Las escenas más escalofríantes a veces se desarrollan en un ático, rincón de la vivienda donde se vivirá una película aparte, digna para aquellos fanáticos de films como Sexto Sentido, Los Otros o las sagas de El Ojo.

Un párrafo aparte para las afueras de la vivienda, un espacio angelical en invierno, donde se desarrolla el desenlace de la historia, lo más jugoso Una enigmática puerta azul -en medio del bosque- develará secretos de archivo en una película que muta de la asfixia al desahogo, deshojando una fábula macabra, el cuento de nunca acabar.