Hansel y Gretel: Cazadores de brujas

Crítica de Agustín Neifert - La Nueva Provincia

¿Cuento de hadas o engendro insufrible?

Hansel y Gretel es un cuento popular infantil recopilado por Jacob y Wilhelm Grimm, más conocidos como los Hermanos Grimm. Trata sobre un niño y una niña que sus padres abandonan en un bosque, donde son capturados por una bruja, aunque finalmente lograr escapar.
Esta versión difiere sustancialmente del original. Conservan los nombres, pero el relato los asume quince años después de aquel episodio de su infancia, convertidos en audaces cazadores de brujas, que pueblan los bosques cercanos a la aldea de Augsburgo.
Ante la ineficacia del comisario, el alcalde contrata a Hansel (Renner) y Gretel (Artenton) para combatir la plaga de brujas que en los últimos días secuestraron a once niños. Hansel padece de diabetes por el exceso de dulces consumidos durante su cautiverio.
Ambos visten pantalones y chaquetas de cuero negro, portan armas sofisticadas y cobran por su trabajo. La época es imprecisa, pero remota en el tiempo y con seguridad posterior a la invención de la imprenta por Gutemberg en 1450, pues uno de los personajes recopila recortes de diarios que hablan de las proezas de los dos protagonistas.
Según el concepto popular, bruja es la mujer que posee poderes mágicos obtenidos mediante un pacto con el diablo. Las de este filme tienen la capacidad de transformar sus rostros, se movilizan preferentemente de noche y pueden volar montadas sobre escobas a velocidad supersónica.
Hansel y Gretel deducen que es inminente un nuevo rapto y que todos los niños serían sacrificados en la noche de la "Luna de Sangre", en ocasión de una gran reunión de brujas. La misión de los cazadores es evitar el secuestro y recuperar a los once niños robados.
Una tarea nada fácil, porque las brujas están dotadas de poderes supranormales. La "bruja reina" es Muriel y por su intermedio, Hansel y Gretel se enteran que sus padres no los abandonaron por falta de alimentos, como ocurre en el cuento, sino por otro motivo que debe descubrir el espectador que se atreva a ver este nuevo mamarracho de la Meca del Cine.
La película ofrece violencia a granel y todo potenciado por el formato en 3D. Hay cuerpos que explotan, personas quemadas vivas o demolidas por un trol gigantón que trabaja para Muriel.
La iluminación es expresionista, inclusive porque la mayor parte de las secuencias ocurren de noche, pues a las brujas les molesta la luz solar. Los intérpretes, incluidos los protagonistas, sobreactúan a mansalva y la puesta en escena se sustenta sobre el "todo vale".
El resultado es una farsa alevosa, porque además de su mala construcción, utiliza a dos figuras de la tradición literaria infantil para componer un engendro insufrible, enancado sobre esta perversa nueva moda de adaptar cuentos de hadas para públicos adultos.