Han Solo: una historia de Star Wars

Crítica de Daniel Lighterman - Visión del cine

Cuando salió la entrega original de Star Wars allá por el año 1977, el personaje de Han Solo se volvió una celebridad de la noche a la mañana. Más de 40 años después de esa película, tiene su protagónico en el film Han Solo: Una aventura de Star Wars.
Han vive en un planeta donde se construyen naves, al servicio de una jefa tirana que, a cambio de protección, le exige a él y a los otros que están bajo su tutela que roben para ella. Cansados de esa vida, Han y su novia Qi’ra se preparan para huir, pero el plan fracasa y ella no puede escapar. Tres años después, aún decidido a volver a buscarla, Han Solo se embarca en una misión con el contrabandista Beckett quien le promete un botín que le permitirá comprar la nave con la cual pueda rescatar a su novia. En el camino, conoce a los personajes con los cuales en la saga original compartió las aventuras que todos conocemos.

Hace unos años cuando Disney adquirió la franquicia de Star Wars, sus productores prometieron una película de la saga por año y fueron cumpliendo, intercalando filmes que continúan la historia donde las dejó El regreso del Jedi (Return of the Jedi, Richard Marquand) con historias que ocurren en el mismo universo y que están, de una forma u otra, relacionadas con la trama de la línea de tiempo original. El film sobre Han Solo se inscribe en esta última categoría.

A diferencia de su predecesora, Rogue One (Gareth Edwards) este film no tiene un guion sólido donde apoyarse. Ya desde la primera secuencia se nota que el film apunta solamente a satisfacer a los fans incondicionales del universo de Star Wars, pero que de historia no hay que esperar nada. El film es una sucesión de lugares y acciones que no tienen mucha elaboración ni correlato, ni siquiera sirven para que uno pueda regodearse con paisajes conocidos o estéticas deslumbrantes como pasó otras veces.

El elenco es, sin dudas, uno de los puntos más flojos de esta entrega. Woody Harrelson, en el papel de Beckett, repite gestos de sus apariciones televisivas constantemente, y él era el único que podía salvar al reparto. Alden Ehrenreich, en el papel protagónico, no sólo no construye el personaje en ningún momento sino que, además, no se parece en nada a Harrison Ford, que en otra película no sería tan importante, pero en una saga en que todo apunta a la nostalgia se vuelve una pérdida difícil de reparar.

La película se encuentra, sin embargo, plagada de guiños y frases de las entregas anteriores, cosa que seguramente a los fans enloquecerá de alegría, pero que lamentablemente pasan desapercibidas al público medio y molestan al público más entendido pero menos incondicional.