Hambre de poder

Crítica de Alejandro Franco - Arlequin

Rapaz. Esa es la mejor palabra para definir a Ray Kroc, autoproclamado "fundador" del imperio McDonalds - la cadena de Fast Food mas grande del mundo -. Mientras que muchas biopics muestran a personajes históricos superar adversidades y transformarse en héroes, el mérito de Ray Kroc es haber canibalizado las ideas de otros, pulirlas y masificarlas, convirtiéndose en dueño de un imperio mientras aplastaba, quitaba y manipulaba a todos aquellos que se interpusieran en su camino. En todo caso el objetivo de El Fundador es ejemplificar la degradación moral de Kroc en su ascenso al poder, con lo cual el dinero sólo sirvió para amplificar las cualidades mas deleznables de su personalidad.
Pero Kroc no siempre fue así. Después de la Segunda Guerra Mundial se volvió vendedor callejero. Vendió de todo, desde vasos de papel hasta pianos, desde negocios estrafalarios a máquinas de batidos; lo suyo era un cambalache que a veces bordeaba el límite de lo legal - en el filme queda explicito cuando cada potentado que va a visitar para ofrecerle su nuevo negocio (una franquicia de hamburgueserias) le recuerda de haberlo conocido tiempo atrás cuando quiso venderle algún objeto o emprendimiento raro -, y que tuvo la suerte de cruzarse con una oportunidad de oro: cuando uno de sus clientes le pide la inusitada cantidad de 8 máquinas para hacer batidos de leche (lo que implicaría una clientela diaria enorme), Kroc decide darse una vuelta e investigar si se trató de un error. Así es como da con el revolucionario "restaurant de hamburguesas" de los hermanos Richard y Maurice McDonalds, los cuales han creado un local a medida, han inventado un sistema de cocina similar a una cadena de montaje, y uno puede obtener una hamburguesa fresca, natural y recién hecha en menos de 30 segundos. A Kroc se le quema la cabeza y debe implorarle reiteradas veces a los hermanos que le cedan el control de la franquicia (lo cual los McDonalds han intentando un par de veces sin éxito). Luego de un discurso plagado de patriotismo y religión - McDonalds como sinónimo de familia, un lugar de comunión que debe estar en cada ciudad norteamericana -, Kroc obtiene el contrato y se aboca a triunfar donde otros fracasaron: que los franquiciados respeten la metodología de trabajo de los hermanos McDonalds, que no haya otras comidas en el menú que no sean las autorizadas por la franquicia, que respeten los logos, la calidad y la limpieza.

Lo que sigue es la debacle entre Kroc y los hermanos McDonalds. Hijos de irlandeses, los tipos no desean una gran franquicia gigantesca e inmanejable, sólo propagarse con algunos locales, mantener el buen nombre y hacer unos dineros extra. El problema es que, fuera de la organización del local, los McDonalds son demasiado austeros: y cuando Kroc empieza a meter cambios para modernizar el negocio y optimizar las ganancias - aliándose con Coca Cola en la publicidad de los locales; haciendo reformas al esquema básico de la cocina funcional diseñada por los hermanos; y cometiendo el último y mas intolerable pecado, que es reemplazar el helado fresco por batidos artificiales en polvo -, los choques comienzan y van en serio. Pero los McDonalds no dejan de ser pueblerinos - como dice Kroc en el final (y citando a un disco de autoayuda para emprendedores que escuchaba como si fuera la Biblia) "no hay nada mas común en el mundo que los hombres con talento y sin éxito" -, y es Kroc quien ha pulido la fórmula y ha creado la manera de expandir el negocio y ganar dinero con el método. Por supuesto a Kroc los dioses le iluminan el camino; cuando está sin un peso - a pesar de tener un par de docenas de locales franquiciados en dos o tres estados - y los bancos están por rematarlo, se le cruza un asesor financiero que le salva las papas del fuego. "Tu negocio no es ganar el 1.9% de cada hamburguesa de 35 centavos. Tu negocio no es vender hamburguesas. Tu negocio son los bienes raices. Comprar terrenos, construir locales, franquiciarlos y cobrar el alquiler". Y en ese giro del destino es donde Kroc deja de ser un sufrido hombre de negocios con mas popularidad que dinero, y pasa a convertirse en la potencia que fue, es y será la corporación McDonalds.

Y es entonces cuando el abnegado emprendedor - que enarbolaba cierta bandera de idealismo en prodigar su modelo de negocios por el mundo - da paso al amoral, al rapaz y vengativo hombre de negocios. Ese que toma desquite contra los McDonalds, forzándolos a que le vendan la franquicia, embaucándolos con un trato de palabra (sobre regalías sobre la franquicias) que nunca cumplió y que le privó a los McDonalds de ser millonarios en su vejez; obligándolos a sacar su nombre del local inicial y, ante la negativa de vendérselo, poniendo un McDonalds enfrente para fundirlos (cosa que hizo en menos de 6 años). Expulsando a su sufrida esposa (fiel compañera de los malos tiempos) y raptando a la blonda seductora que era mujer de uno de sus socios franquiciados. Creando una leyenda en su nombre, cuando lo suyo no fue mas que apropiarse de ideas ajenas... pero sería ingenuo decir que no hemos visto antes este tipo de triunfo a costa de una injusticia. La historia nos ha demostrado que los dueños de ideas geniales no son los que se vuelven millonarios con ella - el caso típico es el de los autores de comics de superhéroes (desde Jerry Siegel y Joe Schuster, creadores de Superman que recién vieron un peso de regalías décadas mas tarde y cuando su editorial había hecho fortunas con las ventas de revistas de su personaje; pasando por Stan Lee, que debió enjuiciar a su amada Marvel para recibir algo a cambio del enorme panteón de personajes que creara para la editorial; o el caso de aquel grupo de talentosos que creara el primer sistema operativo gráfico para la Xerox y, ante la negativa de la empresa de incursionar en el mercado de computadoras, terminaron siendo reclutados por Steve Jobs y Bill Gates quienes habían visto lo que habían inventado - y dando a luz Mac OS y Windows -... ¿pero qué ganancia le quedó a semejantes creadores, aparte de ser asalariados en una corporación de renombre?) -; los millonarios son los tipos que saben qué hacer con esas ideas, pulirlas y llevarlas al cenit. En todo caso lo que hizo Kroc fue leer las señales - las cuales nadie veía -, entenderlas y aprovecharlas, explotando la ingenuidad de un par de pueblerinos, lo que le redituó una gigantesca fortuna. Luego el juicio de la historia determinará por qué fue tan miserable con quienes le dieron la formula del éxito, y por qué fue tan ruin de ser fiel sólo a sí mismo, a sus deseos y a su codicia.

El final de El Fundador es realmente amargo; es el triunfo de un hombre que aplastó aliados y enemigos, y tomó todo lo que quiso hasta decir basta. Es también la historia del sueño americano, pero en su costado mas trágico: cuando el dinero y la ambición terminan por sepultar aquellos valores que nos vuelven personas morales e individuos de bien, una categoría que parece ser ajena a aquellos que poseen fortunas gigantescas logradas a base de quebrar las cabezas de todos los que se encuentren en su camino.