Halloween

Crítica de Diego Alvarez - Cuatro Bastardos

Halloween: Michael y Laurie, un nuevo encuentro.
Luego de cuarenta años, la Noche de Brujas vuelve para, quizás, ponerle punto final a un enfrentamiento antológico.
Michael Myers está de regreso, y con él, Laurie Strode (Jamie Lee-Curtis). Pero no es un regreso cualquiera o secuela de una franquicia super explotada hasta el hartazgo, sino que es la continuación directa de la película dirigida por John Carpenter, “Halloween (1978)”; la primera que supo establecer claramente la temática y el sub-género llamado “Slasher”, donde un asesino (sea enmascarado o no) comienza una matanza contra jóvenes promiscuos, los adultos prácticamente no existen o aparecen en pocas ocasiones sin una acción determinante, y una chica denominada la “Final Girl” es la que enfrentará al villano y es la obsesión recurrente de este ser.
Muchos filmes de este estilo han pasado y pasarán, pero “Halloween” tiene un lugar en el corazón del cinéfilo por haber establecido estas características y haberse convertido en obra de culto. Es legendario el score compuesto por Carpenter, así como también la máscara vacía de expresión del “Capitán Kirk” que usa el asesino, pero por sobre todo, es mérito de la película haber lanzado a la fama a Jamie Lee-Curtis, para siempre recordada por ser la “Final Girl” por antonomasia.
En “Halloween (2018)” han pasado 40 años desde los terribles asesinatos ejecutados por Michael Myers (olvídense de las secuelas posteriores y los reinicios de Rob Zombie) y el asesino está confinado en el psiquiátrico de Smith’s Grove sin hablar una palabra y a punto de ser transferido a otro lugar para su confinamiento eterno. Dos periodistas deciden ir a ver por última vez al demente criminal pero, en apariencia, no consiguen nada; por esto, viajan a las afueras de Haddonfield donde una Laurie Strode (la magnífica Jamie Lee-Curtis en pose “Sarah Connor”) vive confinada en su casa-búnker, agobiada por su vida, amargada pero siempre creyente que en algún momento su “Bogeyman” volverá, y para eso ella se preparó toda su vida. Claro que le costó la tenencia de su hija y que ésta reniegue de su madre.
Como es de esperarse, Michael Myers escapa antes que lo transfieran y comienza la cacería pero, ¿Quién es la víctima y quien el victimario en esta película?
Desde el comienzo de los créditos, similar a la de 1978 con la música ejecutada de John Carpenter (quien es productor también), se nos advierte de una secuela con gusto a homenaje pero con una vuelta de tuerca muy propia de estos tiempos. Por un lado, la calabaza del inicio se va reconstruyendo a medida que pasan los nombres, guiños, planos, se suceden como si estuviésemos viendo un producto casi calcado a la original, pero llegado el momento, los roles se intercambian, se dan vuelta las situaciones que podrían verse inverosímiles hoy en día y se plantea un reformulamiento de la historia.
En el tercer acto, la película se desvía completamente de todos los parámetros establecidos y juega con el cambio de poder: donde había una víctima, ahora hay un victimario; donde había una presa, ahora hay un cazador. Quizás el plano detalle final del filme lo diga todo, pero no voy a entrar en el spoiler, solo véanlo ustedes mismos.
El director y guionista David Gordon Green (junto a Carpenter y el humorista Danny McBride, también co-escritores) nos traen una secuela del film de culto que termina siendo por momentos fan service y por momentos un replanteamiento de que la fuerza del varón no es eterna, que las cosas están cambiando y lo seguirán haciendo. Ya no hay más un Bogeyman aterrador que no pueda ser enfrentado y, finalmente, derrotado. Por todo esto y mucho más, “Halloween (2018)” es una cinta que remite a la obra original con gran respeto y se ubica entre lo mejor del género, cuarenta años después de haberlo creado.