Hada por accidente

Crítica de Fernando López - La Nación

El Ratón Pérez juega al hockey y tiene alas

También los chicos de habla inglesa dejan los dientes que acaban de perder debajo de la almohada. Allá no hay Ratón Pérez pero sí un Hada de los Dientes ( Tooth Fairy, en el título original) que se lleva la pieza caída y la cambia por billetes de dólar. A partir de esa tradición infantil y adhiriendo a la fórmula que inauguró Schwarzenegger con Un detective en el kinder , Michael Lembeck y un equipo de seis libretistas (!) han ideado (de algún modo hay que decirlo) esta rutinaria comedia para chicos con el propósito de demostrar que Dwayne Johnson, el artista antes conocido como The Rock, puede ser el forzudo más tierno de Hollywood.

La cuestión es así: un veterano crack del hockey que lleva el apodo de "hada de los dientes" (por la frecuencia con que hacía saltar las dentaduras de los equipos rivales), está en decadencia. Ha perdido la confianza en sí mismo y la capacidad de soñar, se ha vuelto un descreído y esparce a su alrededor esa especie de realismo implacable. Pero tendrá su castigo y no vendrá del Tribunal de Disciplina sino del reino de las hadas. Por quebrar la ilusión de un chico que sueña con ser estrella del hockey y peor, por atreverse a revelar a la hija menor de su novia el secreto de los dientes bajo la almohada, lo condenan a pasar una temporada yendo de casa en casa como Hada de los Dientes. Dispondrá de los mil y un artilugios que ellas les proveen, varita mágica incluida, y, claro, llevará alas. De esa transformación derivarán las imágenes grotescas (el grandulón alado con tutú de bailarina) y los enredos que, se supone, harán reír a la platea menuda. La parte tierna vendrá de la relación entre el deportista/hada con los dos hijos de su novia; la didáctica, de los reiterativos mensajes puestos casi siempre en boca de Julie Andrews, reina de Hadalandia.

Dos breves intervenciones de Billy Crystal resultan lo más simpático del film. Johnson luce más sonrisa que músculos y Lembeck dirige sin esforzarse. Se trata de hadas, pero falta vuelo y la fantasía está ausente.