Había una vez... en Hollywood

Crítica de Diego Batlle - Otros Cines

Tras su estreno mundial en la Competencia Oficial del último Festival de Cannes, llegó a las salas de todo el mundo el noveno (en verdad décimo) largometraje del director más venerado por la cinefilia mundial. Concebido a pura nostalgia (transcurre en la Los Angeles de 1969), con espíritu lúdico, el carisma y el glamour de un elenco pletórico de estrellas y un amor inconmensurable por el séptimo arte, el nuevo trabajo del realizador de Perros de la calle, Tiempos violentos, Jackie Brown: Triple traición, las dos entregas de Kill Bill: La venganza, A prueba de muerte, Bastardos sin gloria, Django sin cadenas y Los ocho más odiados propone una mixtura de géneros y referencias de todo tipo que los cultores de la religión tarantinesca sabrán agradecer y disfrutar.

-LA PELÍCULA. Una mezcla de géneros (western, comedia, thriller, buddy movie, musical, gore, etc.) con mucho de cine dentro del cine (empieza con un “detrás de escena” en blanco y negro de una serie de cowboys llamada Bounty Law e incluye fragmentos de películas de la época -como uno sobre la venganza contra los nazis a puro lanzallamas- pero filmada, por supuesto, por el propio Tarantino). Rodada en fílmico, Había una vez... en Hollywood se estrenó así en Cannes y en los Estados Unidos tuvo múltiples proyecciones con copias de 70mm. Toda una decisión y postura cinéfila.

-LA HISTORIA CENTRAL. Aunque está ligada de forma tangencial al siniestro clan Manson, las casi tres horas de película apuntan a otra cosa. La historia de Sharon Tate (Margot Robbie) es la excusa, la subtrama más cercana al thriller de un film en el que Tarantino quiere reconstruir, recuperar y exaltar un tiempo y un lugar: el Hollywood de fines de los '60. Los protagonistas son Rick Dalton (Leonardo DiCaprio), un actor de cierto renombre como malvado en series de TV y películas menores (dice sentirse un “has been”) que sería algo así como una mezcla entre Burt Reynolds y Clint Eastwood (como éste, viaja a Italia y España a rodar spaghetti westerns); y Cliff Booth (Brad Pitt), un héroe de guerra que es su doble de riesgo, su chofer, su confidente y su asistente en cuestiones cotidianas como, por ejemplo, arreglar la antena de televisión en el techo. Según admitió Tarantino, este personaje está inspirado en Hal Needham, stunt que acompañó durante mucho tiempo a Reynolds.

-LOS ELEMENTOS. El film arranca con un viejo logo de Columbia y durante las casi tres horas tiene tantos elementos que la enumeración sería casi interminable: viajes en la desaparecida aerolínea Pan Am, autocines y grandes salas, letreros de neón, Cadillacs y muchos autos descapotables, fiesta en la Mansión Playboy con conejitas incluidas, el abandonado Spahn Ranch donde se filmaban westerns y luego se instaló el clan Manson, los viejos estudios de Hollywood, una casa rodante al lado de un pozo petrolero, una mirada cínica a los hippies, un trip lisérgico tras tomar LSD y hasta un simpático perro que se convierte en algo no precisamente adorable.

-LAS REFERENCIAS CINÉFILAS. Directas o indirectas, obvias o para ojos atentos, los homenajes son múltiples: mucho de spaghetti western de los Sergios (Leone y Corbucci); Lady in Cement(1968), con Frank Sinatra y Raquel Welch; Pendulum (1969), con George Peppard y Jean Seberg; The Wrecking Crew (1968), con Dean Martin y una participación de la propia Sharon Tate; Three in the Attic (1968); y El mercenario (1968), del apuntado Corbucci. También se citan varias series (Mannix, Combate, The F.B.I.), cómics, radios de la época que se escuchan en off y aparecen muchos personajes del cine en la trama: desde la Sharon Tate de Robbie al Roman Polanski de Rafal Zawierucha, pasando por el Steve McQueen de Damien Lewis y el Bruce Lee de Mike Moh.

-EL ELENCO. Además de Pitt, DiCaprio y una Margot Robbie siempre en plan seductor, Había una vez... en Hollywood tiene decenas de actores consagrados en papeles medianos, chicos o simples cameos. Al Pacino, como el viejo agente Marvin Schwarz; Emile Hirsch como Jay Sebring (amigo de Tate); y la notable Margaret Qualley como Pussycat (una de las chicas del clan Manson) son quienes mayor despliegue tienen entre los secundarios, pero por la trama desfilan desde Kurt Russell hasta Dakota Fanning, pasando por Michael Madsen y el viejo y querido Bruce Dern. Y el Charles Manson de Damon Herriman, claro.

-VALORACIÓN FINAL. Con un presupuesto muy importante para un autor que es más prestigioso que taquillero (costó unos 100 millones de dólares), con el carisma de sus intérpretes (además del trío protagónico hay un montón de pequeñas apariciones o mínimos cameos al punto de que parecería que medio Hollywood participó del rodaje), con su habitual jukebox de fondo (no paran de sonar canciones), múltiples referencias cinéfilas y de cómics, y un universo conformado por carteles de neón, afiches de películas, salas y autocines, Tarantino regala una acumulación de caprichos hermosos.

No faltarán los detractores (que la violencia contra la mujer, que las constantes burlas a los hippies, que casi no habla de Vietnam, que dedica demasiados minutos a cuestiones poco trascendentes para un público no iniciado, que es como un niño rico con juguetes nuevos sin que nadie lo controle), pero tanto él como los cultores de la "religión" tarantinesca sabrán disfrutar de este viaje en el tiempo, un paseo por casi todos los géneros clásicos y semejante despliegue actoral (no cualquiera junta a Pitt y DiCaprio, le suma a Al Pacino, tiene a Margot Robbie en plan seductor y luego los rodea de veinte figuras más).

En definitiva, Había una vez... en Hollywood resulta una película bulímica, desbordante, celebratoria, lúdica, caleidoscópica, nostálgica, fascinante y divertida. Una carta de amor de Tarantino a la historia del séptimo arte (al menos la que él ama y reivindica). Puro placer cinéfilo.