Habemus Papa

Crítica de Alejandra Portela - Leedor.com

Es verdad que Habemus Papam tiene momentos finamente resueltos. Prestar atención sino, a la primera situación que se suscita en el cónclave: se corta la luz en la capilla Sixtina previo a las primeras votaciones, y las velas perjudican los frescos, un cardenal cae al piso. Hay algo del Fellini de Ensayo de orquesta en esa escena del corte de luz que preanuncia el tono que va a tener la pelicula: vamos a asistir al making off del nombramiento de un nuevo Papa, uno de los momentos más secretos de la institución eclesiástica. Desde el desayuno de los cardenales a los juegos de cartas.

Hay un transcurrir que comienza ahi por las dubitativas certidumbres del hombre frente a Dios y del hombre frente a la Institución, una de las mas poderosas del mundo. Pero Nani Moretti lo hace a través de un acuerdo tácito con el espectador: esto que se va a ver es pura ficción, ni parodia ni crítica, ficción, y por lo tanto muy probablemente nada de lo que veamos pase realmente. Ese alejamiento de lo real le da a Habemus Papam la entidad de pelicula distinta. Sutil y distinta. Un humanismo que aparece una y otra vez en uno de los directores italianos mas importantes de su generacion. Como en La habitacion del hijo, cuando la tragedia hace que un hombre se pregunte por la vocacion de su profesion como por las posibilidades del destino. En Habemus Papam dos verdades aparecen enfrentadas: la cientifica que impone el psicoanalisis (sí parodiado acá) y la verdad religiosa.

La falta de cualquier tipo de desborde, el cruce con el teatro de Chejov en los preparativos de la puesta de La Gaviota, la irrupcion sorpresiva del tema over que canta Mercedes Sosa "Cambia todo cambia", mientras los cardenales bailan, los prelados australianos que no ven la hora de hacer turismo por la ciudad.

Por momentos Habemus Papam, recientemente proyectada en Cannes, se detiene sin demasiado cauce en algunas situaciones, como el campeonato de voley que organiza el psicoanalista más para su divertimento que por una estrategia del tratamiento o el divagar del Papa (magistral Michel Piccoli) por las calles de Roma.

No es una película estridente pero el publico la disfruta enormemente y siempre es bueno que un director como Moretti se vuelva a ver en Buenos Aires. Invita también a volver a revisar su filmografia.