Guido Models

Crítica de Paraná Sendrós - Ámbito Financiero

Un mundo de sueños registrado con delicadeza

Así como antes cada barrio tenía un lugar pomposamente llamado academia de música, o de arte dramático y declamación, bien puede haber ahora escuelas barriales de modelaje. De hecho, ya hay una, que actualiza el gusto por los nombres pomposos: Guido Models, de Villa 31. La conduce un soñador, el tarijeño Guido Fuentes, particular modisto empeñado en darle a las criaturas una linda ilusión de princesas aunque sea por una tarde, y algunas herramientas básicas para sentirse mejor y más seguras. Incluso para hacer carrera, aunque las pautas locales de belleza todavía sean algo cerradas.

Lo de las academias también era ilusión. No todo iba a ser como en "La voz de mi ciudad", donde Mariano Mores pasa del "conservatorio" al teatro céntrico. Pero quienes estudiaron allí, algo aprendieron, y les quedó un buen recuerdo. Lo mismo puede ocurrir, tal vez, con las alumnas de Guido. No todas tendrán la estrella de Daniela Cott, "la modelo cartonera". Aún así, él contagia su entusiasmo, el barrio lo acompaña, y sólo el tiempo dirá si no se trata de un adelantado. Julieta Sans, fotógrafa artística, registra las pasarelas, la dedicación y vigilancia del modisto, el regreso a la casa materna en una gira con dos de sus pichonas, el módico prestigio, la enorme generosidad, la enseñanza de la disciplina y del esfuerzo, la soledad al final del día, y de nuevo el empeño, y el crecimiento de las chicas. Y ese registro, Sans lo hace con todo respeto, propiciando sin azúcares ni discursos la simpatía del espectador, sin entrometerse, pudorosamente, delicadamente. Es tan delicado el mundo de los sueños.