Guerra de papás

Crítica de Fernando Alvarez - Todo lo ve

La dupla integrada por Will Ferrell y Mark Wahlberg logra divertidos momentos en esta comedia familiar sobre dos padres que pelean por el amor de sus hijos.

La familias disfuncionales y ensambladas han sido mostradas por el cine en diversas ocasiones y la comedia es un género ideal para plasmarlas. Guerra de papás ofrece una mirada disparatada sobre un caso improbable pero efectivo en términos cinematográficos. Con una narración en off que anuncia que "no es lo mismo ser un padre que un papá" da comienzo una historia en la que "la ley del más fuerte" se instala en clave de humor.

El mundo ordenado, rutinario y ocupado de Brad Whitaker -Will Ferrell, quien siempre se mueve cómodo dentro del género como lo hiciera durante años Steve Martin-, un padre de familia que lidia con los planteos constantes de sus dos pequeños, se altera con la llegada de Dusty -Mark Wahlberg-, el ex de su esposa y padre biológico de los chicos en cuestión. Desde el arribo en el aeropuerto, pasando por los gags físicos de buena resolución que van atravesando el relato, el escándalo y la lucha en el seno del "hogar dulce hogar" para recuperar el amor de los hijos, no tardan en aparecer. La casa se convierte entonces en una suerte de ring donde cada uno desplegará su ingenio en una verdadera batalla verbal -y campal- para atravesar una difícil convivencia.

El acierto de la película es haber elegido a dos actores disímiles que encuentran en las diferencias de sus personajes el atractivo necesario para explotarlas: desde las morisquetas propias de Ferrell hasta el look físico y sexy de Wahlberg, que viene de papeles de duro en el cine de acción y de su imagen popular en Ted.

Las efectivas vueltas de la trama -el desmoronamiento del universo de Brad ante las posiciones que va ganando su adversario- traspasan el ambiente familiar para llegar luego al trabajo, al colegio de los hijos, y hasta el terreno de la medicina -Brad es estéril debido a un accidente que aquí no develaremos- y en que el papel de la mujer -Linda Cardellini- queda como mediadora de tamaña pelea en un casa habitada por extraños.

Entretenido de principio a fin, y con momentos disfrutables, se trata de un film chico y bien desarrollado al que no hay que pedirle más.