Guerra de papás 2

Crítica de Santiago Gonzalez - Loco x el Cine

“The Times They Are A-Changin” es el título de la canción de Bob Dylan y bien podría servir como tagline para la nueva película producida por Adam McCay, director de grandes comedias como las dos Anchorman protagonizadas por Will Ferrell. Guerra de papás 2 se presenta como una de esas comedias convencionales que se estrenan en épocas navideñas, pero en realidad es sólo una excusa para trabajar las relaciones de todos los personajes, en especial la de los dos protagonistas con sus padres. Uno de los grandes aciertos del director Sean Anders es dejar que Mel Gibson y John Lithgow jueguen con el material, que se rían de todo lo que ocurra sin que esto opaque al ya mencionado Will Ferrell y a Mark Wahlberg. De los cuatro el que más le saca jugo a las situaciones es Mel Gibson, ya que pone todo su carisma para hacer partícipe al público de lo que ocurre, aunque esto posiblemente tenga que ver con otro de los grandes aciertos de esta comedia.

Guerra de papas 2 (Daddy’s Home 2, 2017) es una declaración sobre cómo la Navidad ya no debe verse como una festividad religiosa sino como una época de unión, de dejar las diferencias de lado para compartir un buen tiempo. En una de las grandes escenas de esta secuela todos los personajes hacen una representación en un pesebre y en vez de mostrarse como una familia perfecta terminan saliendo todos los trapitos al sol. Esta tal vez sea la escena que mejor representa el mensaje de la película; y que tenga a Mel Gibson, un actor que está asociado con la derecha más extrema, lo vuelve aún más delirante. El director es consciente de eso y lo explota en varias otras secuencias que causan mucha gracia y hacen quererlo aún más al actor australiano.

También la película no se decanta por tener un conflicto principal, sino que hay varias subtramas, algunas que son resueltas de manera delirante. Lo que más predomina es la improvisación, el inventar escenas para que los actores saquen a relucir lo mejor de ellos, algo que ya aparecía en la secuela de Anchorman. Aunque no llega al nivel de locura, sí hay varios momentos que rompen con lo tradicional que se espera de una película para toda la familia.

Lo cierto es que lo mejor de esta secuela trata justamente de eso, de usar el humor para decir que las cosas cambiaron, para usar subgéneros que han dado obras conservadoras y darles la vuelta para amoldarlas a los nuevos tiempos.