Guasón

Crítica de Hernán Khatchadourian - Diario Popular

El director Todd Phillips y el actor Joaquin Phoenix encabezan este drama basado en el villano de Batman que va a dar que hablar (y actuar)

Un premio en un festival, un actor de renombre, un personaje de leyenda. Esos tres elementos le han bastado al director Todd Phillips para que su nuevo film esté en boca de todo el espectro cinéfilo y encabece los tópicos de las redes sociales.

Claro que el premio es el León de Oro del Festival de Venecia, una ciudad europea en la que no suelen ganar films norteamericanos, el actor es el prestigioso Joaquin Phoenix (que misteriosamente nunca gana) y el personaje es nada menos que el Joker, o Guasón, como insisten en llamarlo en Latinoamérica gracias a los comics y la serie de TV de 1966.

Y es que ese nombre no le queda nada bien a este payaso psicópata (entre otras cosas) que asola Ciudad Gotham, pero en setenta años nadie fue capaz de borrarlo y así fue que llega a las salas una de las películas más perturbadoras que verán en sus vidas.

Porque el de Todd Phillips es una película que engaña, como el personaje vuelve loco a Batman en las viñetas. Primero porque va guiando al espectador por un camino, sólo para decirle más tarde “era por allá pero te hice venir por acá”. Y el viaje a nada menos que a la mente de Arthur Fleck (Joaquin Phoenix), un hombre que sufre de un daño neuronal que lo dejó con una risa nerviosa que se activa cuando se exalta, y le trae no pocos problemas.

Arthur vive con su madre, y recurre a varios trabajos para tratar de mantenerla, entre ellos como payaso de eventos, mientras sueña con convertirse en un comediante de stand up y se muere por participar de un “late night show” conducido por su ídolo Murray Franklin (Robert De Niro).

Pero además a lo largo del film, el espectador va descubriendo que no se metió en el cine a ver una de Batman, mucho menos una de superhéroes. Entro a ver una película en la que absolutamente todos los involucrados son personas oscuras, depresivas, terribles en una ciudad a la que tiñeron con sus emociones.

La película ve al personaje en una versión muy parecida a la de la película Batman El Caballero de la Noche (The Dark Knight, 2008) aunque esta es la historia del origen del personaje, por lo que todo está en modo primaveral, es decir con la semilla a punto de brotar aunque nunca llegaremos a ver la flor.

En una serie de idas y vueltas de una astucia inusitada en el género al que Guasón intenta pertenecer, el director de la trilogía de ¿Qué Pasó Ayer? logra un espesor dramático sin precedentes en la vida de Fleck, que es el protagonista absoluto del film ya que no hay escena en la que no aparezca durante las dos horas que dura el film.

Y entonces todo estalla.

Surge el Guasón (o Joker, esto ya parece un diálogo entre el Inspector y el Sargento Dodó) y se convierte en un factor de cambio para los ciudadanos de Gotham, como lo será Batman en un futuro. Sólo que el resultado de esta transformación no es el que espera el espectador, distraído por los fuegos artificiales de Phillips, que en algunos momentos, y contra lo que es de esperarse, puede llegar a empatizar de manera preponderante con el villano.

¿Es eso posible? Bueno, no hace falta ir muy lejos para darse cuenta de que en Hollywood la movida es justificar a los tipos malos, desde el Walter White de Breaking Bad a Maléfica (Maleficent, 20014), pasando por el Escuadrón Suicida (Suicide Squad, 2016), Escobar el Patrón del Mal (2012) y Groo, de Mi Villano Favorito (Despicable Me, 2010), entre muchos otros.

Esto hace presuponer a muchos críticos que la película intenta glorificar al personaje, ensalzando su violencia o su condición de enfermo mental, y quizá la persona que la vea en el cine o quien lea esta crítica así lo entienda pero nada más lejos de la realidad. O bien vio sólo una parte de la película y desechó el resto, o quizá o vive en la Argentina, donde no apareció un Guasón de casualidad.

Esto es porque, en paralelo a las vivencias de Fleck, en la ciudad se enciende una mecha de un polvorín que amenaza con estallar de un momento al otro. Y teniendo en cuenta el lugar donde todo esto ocurre, es mejor comprarse un pasaje a Metrópolis antes de que eso ocurra. Phillips construye un trasfondo sociopolítico para el Guasón que, si bien está ambientado a comienzos de la década de 1980, en plena era de Ronald Reagan, no dista mucho de la actualidad. Y si a eso le sumamos que este entorno influye tanto en la pocilga en la que vive Fleck con su madre, así como también en su tratamiento. ¿Qué pasa si a un hombre con tratamiento psiquiátrico le quitan sus píldoras?

En definitiva, por una causa (¿el peso dramático?) o por otra (¿su supuesta incitación a la violencia?), Guasón marca un nuevo punto en el catálogo de películas de DC Comics, que a esta altura de los acontecimientos ya aprendió la lección y trata de sacar películas sobre sus personajes (Aquaman, Shazam, etc) en lugar de tratar de armar un intrincado rompecabezas como lo hizo de manera majestuosa Marvel Studios.

Un gran film, con una actuación digna de nominaciones en múltiples aspectos, y que llevará a debatir allí en donde sea exhibida las consecuencias de una sociedad que deja atrás a sus semejantes sin contar con el efecto bumerang.