Guasón

Crítica de Damián Serviddio - Conexión abierta

Arthur hace terapia a diario, pero parece no ayudarlo con sus conflictos: se sentía mejor cuando estaba internado en el hospital psiquiátrico que en medio de la sociedad. Toma siete medicaciones, las cuales se cortan abruptamente por recortes presupuestarios en el área de servicios sociales de Gótica. “Ya no me quiero sentir mal” es lo que repite todos los días, en medio de los brotes de carcajadas repetitivas, inexplicables y psicóticas debido a su lesión cerebral. Las mismas se vuelven insoportables en situaciones de tensión extrema. Arthur, a quien se madre apodó Happy, vive ensimismado en fantasías de una vida perfecta y fuera de su alcance. La violencia del mundo, su intolerancia y la falta de empatía lo llevan al borde del abismo. Como él mismo dice, cuando se mezcla todo ese contexto con una persona quebrada emocional y psicológicamente, el resultado es explosivo.