Guasón

Crítica de Carolina Liponetzky - Ámbito Financiero

Este Joker es una construcción de estos tiempos: serio, solemne, triste, empujado por la fragilidad de su alma, lo que genera empatía con el pueblo que lo alaba y sacraliza. Esta construcción de Joaquin Phoenix junto con el director Tod Phillips evoca al Segismundo de “La vida es sueño”, de Calderón de la Barca, que vive en una prisión. Alterna su vida entre ilusión y frenesí, entre sombra y ficción, su locura lo impulsa a vivir como en una comedia, con bromas que nadie es capaz de entender y que le generan esa risa frenética y patológica.

Más cerca del thriller psicológico sobre un sociópata que del clásico villano de comic, el exceso de psicologismo para desentrañar el trauma también abre el juego a los principios básicos del psicoanálisis freudiano y hasta lacaniano: un padre abandónico y una madre fabuladora y psicótica, y más huellas espantosas que irrumpen en la miserable vida de este Joker al que su madre llamó “Feliz”, pero que él niega y denuncia no haberlo sido ni un sólo segundo de su existencia.

El Joker de Joaquin Phoenix, que desde la primera escena se estira las comisuras de los labios al máximo para conseguir una sonrisa tan inmensa como siniestra, siente que nunca exisitió para nadie y lucha por hacerse visible aunque sea a través de la criminalidad. “Lograr que mi muerte sea más interesante que mi vida”, lleva anotado en su libreta de reflexiones, “Todo lo que tengo son pensamientos negativos”, le explica a la asistente social, pero este Joker es víctima también de un sistema expulsivo que recorta tratamientos a los enfermos psiquiátricos.

Transcurre en una Ciudad Gótica contaminada y revulsiva, pero bien podría ser en cualquier parte. Por eso, este Joker en busca de la inclusión traza una delgada línea entre el querer salvarlo o condenarlo. Como Segismundo, sueña que una mujer lo ama, que su madre no le miente y lo acuna, que su padre está presente. Sueña que recibe aplausos de sus fanáticos. Sueña con salir en televisión y de hecho lo logra, pero lo caricaturizan, una vez más. “Todos sueñan lo que son, aunque ninguno lo entiende”, reza Segismundo. “No puedo contarte de qué me río porque no lo vas a entender”, responde el Joker a Franklin Murray en TV, antes de dar su toque final.