Guasón

Crítica de Alexis Puig - Infobae

Extraordinaria actuación de Joaquin Phoenix en esta obra maestra del cine

La película de Todd Phillips es el retrato de un hombre con una mente alienada y psicótica que debe lidiar con la incomprensión y la falta de empatía de quienes lo rodean.

Lo primero que hay que saber cuando uno se sienta en la butaca para ver esta película es que si bien el personaje principal esté basado en el villano más popular de los cómics, el filme se aleja por completo de la estética y la fórmula de las adaptaciones clásicas de las historietas. En realidad, que el protagonista sea el Joker (Acá, el Guasón) es una mera excusa, un punto inicial para desarrollar una trama profunda, con muchas capas, cargada de sordidez y momentos de alto impacto.

Joaquin Phoenix se pone en la piel de Arthur Fleck, un aspirante a comediante que sobrevive trabajando de payaso para una agencia muy turbia y que debe lidiar con algunos problemas mentales y una vida bastante miserable. Fleck habita una Ciudad Gótica corrupta, abandonada y a punto de explotar. En un contexto de locura y violencia se enfrentará cara a cara con su destino, un destino marcado con sangre.

Extraordinario trabajo interpretativo de Phoenix, quien está en escena casi en la totalidad del metraje y cautiva con su composición física y emocional. Verlo en pantalla resulta hipnótico, un papel que atrapa al espectador y no lo suelta jamás, llevándolo a través de una montaña rusa de escenas perturbadoras.

El director Todd Phillips, enamorado también de su protagonista, le deja lucirse y lo ubica en un escenario que remite inequívocamente a Taxi Driver de Martin Scorsese, quien es además productor de la película. Inspirado por la estética del cine de los 70, el director transforma Gotham en la Nueva York sucia, grafiteada, violenta y peligrosa de filmes como Calles Salvajes. Además, retrata al futuro Joker en una relación enfermiza con su madre, al estilo Norman Bates, y lo coloca cara a cara con su ídolo televisivo, personaje que compone Robert de Niro, hecho que cierra un círculo alrededor de otra obra de Scorsese, nada menos que El Rey de la comedia.

También hay que decir que el espectador encontrará algunos guiños que acercan el libreto a su origen en las viñetas, pero son apenas unos instantes que no distraen y en realidad ayudan a que la olla de presión en la que habita el payaso triste termine de hervir. Este guasón no es megalómano como en otras versiones, ni una mente maestra del crimen; es un delirante peligroso pero cotidiano, el vecino freaky al que podemos cruzar en el ascensor y que un día termina en las portadas de los diarios ante la sorpresa de todos.

Estamos sin dudas frente a una producción osada y original, arriesgada y hasta seminal, una pieza fílmica difícil de encontrar en las salas comerciales, una apuesta por la calidad y las emociones que no puede dejar a nadie indiferente. Cine adulto, que cala hondo y que nos invita a reflexionar sobre la verdadera naturaleza de la maldad y a preguntarnos quien es realmente el villano de la historia. Una verdadera “broma asesina”.