Guardianes de la Galaxia 2

Crítica de Emiliano Fernández - Metacultura

Gigantismo canchero bobalicón

El bodriazo Guardianes de la Galaxia Vol. 2 (Guardians of the Galaxy Vol. 2, 2017) sin dudas resume todo lo que está mal en cierto Hollywood de nuestros días orientado a las infantiladas de los superhéroes más asépticos y toda esa serie inacabable de remakes, reboots, spin-offs, secuelas y demás derivados de una estrategia comercial craneada por los genios del marketing vinculada a reproducir en la pantalla grande la lógica de la televisión, aunque sin nunca preocuparse por alcanzar el promedio de calidad, variedad y complejidad que suelen detentar los mejores productos de la TV y los servicios de streaming en general. A este tipo de mamarrachos ya ni siquiera se los puede defender con el argumento de que “están dirigidos a los adolescentes” porque las obras de otras épocas, también destinadas al segmento en cuestión, eran muchísimo más interesantes que las presentes, amén de que además no les resultaba tan difícil apostar a un público adulto en serio, energúmenos aparte.

Otro problema de estos films es su gigantismo canchero bobalicón, un síntoma más que evidente del pánico que tienen los productores y el director/ guionista de turno, en este caso el anodino James Gunn, relacionado con el hecho de que consideran que si se apartan un milímetro de la “fórmula ganadora” en taquilla todo el andamiaje se caerá de inmediato: hablamos de la típica concepción de los necios conservadores que sólo saben apuntar a una regresión cultural en eterno loop. Ahora bien, la monstruosidad detrás de estas películas posee dos dimensiones, la primera se centra en un abanico de secuencias de acción saturadas de CGI y la segunda nos envía a la duración del metraje, la cual jamás baja de las dos horas. En referencia a este último punto, uno como cinéfilo entrado en años recuerda que los adorables productos trash de los 60, 70 y 80 eran opus breves y conscientes de sus limitaciones, nunca esperpentos millonarios, aburridísimos, redundantes y siempre en pose.

Como si vendernos un engendro de animación bajo el ropaje del live action no bastase (los artilugios digitales símil plástico lo cubren absolutamente todo, generando una patética banalización/ no corporalidad en materia de personajes, fondos y hasta movimientos), el producto además recae en la peor versión del sentimentalismo burgués con todas esas referencias baratas -en el terreno de los diálogos- a la relación entre hermanos y/ o al vínculo entre padre e hijo (aquí no tenemos ni un villano ni un conflicto de peso). Y lo más gracioso del asunto es que ese es el sustrato más “elaborado” que propone Guardianes de la Galaxia Vol. 2 a nivel esencial: la historia gira alrededor de la nada misma, utilizando como excusa el robo de unas baterías para que Star-Lord (Chris Pratt) se reencuentre con su padre Ego (Kurt Russell), Gamora (Zoe Saldana) se reconcilie con su hermana Nebula (Karen Gillan) y Drax (Dave Bautista) “se acerque” a una tal Mantis (Pom Klementieff), o algo así.

Al igual que en Guardianes de la Galaxia (Guardians of the Galaxy, 2014), el humor simplón y poco original no genera ningún efecto más allá de una indiferencia intercalada con una constante sensación de vergüenza ajena. Al fin y al cabo, hablamos de un blockbuster con un presupuesto de millones y millones de dólares que parece escrito por un infradotado sin el más mínimo talento ni para la comedia ni para las escenas de acción, las cuales de tanto colorinche y tanta montaña rusa homologada al séptimo arte terminan volcándose más hacia el ridículo liso y llano que al campo de lo kitsch, suponiendo que esa era la intención detrás de todo en primera instancia. La propuesta previa por lo menos se valía del pretexto de presentar a los personajes para incluir algún que otro remate cómico pasable, ahora ni siquiera contamos con eso y la experiencia realmente se vuelve un martirio de chistecitos bobos, situaciones impostadas, minutos que no avanzan y latiguillos repetidos hasta el cansancio para cada uno de los protagonistas. Cuanto más se esfuerza la película por ser simpática, más insufrible resulta y menos ideas valiosas demuestra tener…