Gretel & Hansel

Crítica de Mariano Torres - Fuera de campo

La mayor virtud de esta versión siniestra del clásico de los hermanos Grimm son sus aportes visuales (increíble dirección de fotografía, decorados y otros recursos estilísticos), al tiempo que el mayor defecto es su aspecto narrativo. Esto último, por supuesto, tira demasiado en contra a la hora de hacer llevadera una película que en sus escasos 87 minutos se siente lenta, pero lo primero al menos la salva del tedio, ya que Gretel y Hansel es lo más parecido a una serie de obras pictóricas (¿gótico americano, quizás?) en movimiento. Es una película que puede funcionar solo para los más fanáticos de las lúgubres historias de los Grimm (en su esencia original, sin la adulteración o, mejor dicho, infantilización post Siglo XX), o que tranquilamente resulta ideal para vender televisores HDR en una tienda de shopping, de esas por las que uno pasa y de reojo al ver nuevas tecnologías de la imagen piensa “¡Oh! ¡pero qué bonito!”.

Sophia Lillis, la talentosa joven actriz que parece estar haciendo carrera en el género tras su participación en IT, encarna a esta versión un tanto más joven-adulta de Gretel con sobrado oficio y convicción. No es de sorprender que el peso de esta reversión de la historia caiga sobre ella, siendo que ya el título decide invertir el orden de los protagonistas del cuento original y, claro, hablar desde una perspectiva de empoderamiento femenino. Hay algunas lecturas sobre la maternidad, el rol que la sociedad impone a las mujeres como supuesto eslabón débil que debe limitarse a cuidar de lxs hijxs y algunos pasajes de humor oscuro que, sin embargo, no terminan de funcionar.

Oz Perkins, quien anteriormente a este film realizó la discreta pero moderadamente exitosa Soy la cosa bonita que vive en la casa (I’m the pretty thing that lives in the house, Netflix, 2016), se regodea tanto en lo visual que se termina mareando. De manera similar, sus personajes prueban al comienzo de la película unos hongos que se ven muy bonitos pero que no sirven como buen alimento. Moraleja que el guión no supo predicar.