Green Book: una amistad sin fronteras

Crítica de Germán Morales - Proyector Fantasma

Entre las películas que cuentan con una buena cantidad de nominaciones en la edición 2019 de los premios Oscar, encontramos a Green Book. Se trata de una road movie que cuenta con varios de los requisitos habituales en los films que suelen ser galardonados: conciencia social, buenas actuaciones con gran química entre los protagonistas y una historia simple y profunda a la vez.

A pesar de no destacarse en los rubros técnicos, ni que la fotografía o el vestuario brillen en sus 2 horas de duración, el guión de Green Book es la estrella principal de la película y, sobre él, se remarca el contraste de dos personajes incompatibles.

Green Book es una historia basada en hechos reales que se desarrolla durante los años sesenta, en los Estados Unidos. Por un lado, se encuentra el protagonista, Tony Lip o Anthony Vallelonga (Viggo Mortensen), un italo americano radicado en Nueva York, muy arraigado a la “vieja escuela” y las costumbres conservadoras de la sociedad Occidental. Tan trabajador como entrador, y un poco racista por inercia. Conocedor de la calle y criado bajo esa ley, Tony está varios meses sin empleo ya que su habitual trabajo en el establecimiento Copa fue suspendido.

Mientras intenta rebuscarse la vida con apuestas y empeñando sus bienes más valiosos con tal de esquivar a la mafia italiana, aparece el “doctor” Don Shirley (Mahershala Ali). Un virtuoso pianista afroamericano que lo convoca a Tony para una gira musical por los Estados racistas del sur con su banda, en los lugares más destacados de la alta sociedad.

Los hábitos refinados y elegantes del Doc, contrastan con la testarudez y la rusticidad de Tony, y allí se potencian los puntos más altos del film, sostenido por el papel de ambos actores. Tanto Mortensen como Ali, hacen carne su papel y se complementan muy bien al brindar momentos cómicos, emotivos y dramáticos. Esa variedad de sentimientos se viven constantemente, lo que hacen de Green Book una buddy movie bastante completa en cuestión de estilos narrativos.

Cruzar el sur redneck no es fácil para los personajes, en especial por la actitud de las autoridades estatales. Con tanta película sobre cuestiones raciales en los Estados Unidos, Green Book no es una excepción en cuanto a la búsqueda de un mensaje fuerte, y al mismo tiempo es fluida ya que logra una gran química en la relación de sus protagonistas.

Todos los personajes crecen en el desarrollo de este filme y no solamente se trata de un relato moral que busca una lección, sino que es un film de hermanos dispares que se fortalecen y aprenden en el proceso. En ese sentido, eso es lo mejor que tiene Green Book a nivel narrativo.

Por el otro lado, la película es universal al exhibir las diferencias entre los seres humanos, exponiendo varios grises en la pertenencia de un grupo. Es interesante el dilema del personaje de Shirley que a pesar de destacarse en su ámbito y no ser aceptado por la alta sociedad por la cuestión racial, también se le dificulta encontrar su espacio entre los suyos, justamente por estar al margen de la media. La historia del músico está retratada de una forma distintiva ya que busca romper las barreras desde la cultura y se hace un lugar de respeto por su distinguida interpretación de la música.

Don Shirley no fue pionero en quebrar el racismo, pero si fue uno de los tantos que trabajaron por romper con los prejuicios y Green Book trata indirectamente sobre todos ellos – en especial las figuras del blues y el rock – y les brinda un sentido un homenaje.