Gravedad

Crítica de Juan Pablo Schapira - Tranvías y Deseos

Invirtiendo la fantasía (o "Cómo lo hizo?")

“Gravedad” es una de esas películas que vuelve a plantear la pregunta. El cine sigue renovando sus herramientas y desafiando el límite de lo real mostrándonos imágenes y mundos que cobran vida únicamente en la pantalla. Damos rienda suelta a la fantasía y nos dejamos llevar. Alfonso Cuarón ya hizo esto. “La princesita” es una película cuyo valor imaginativo –como posibilidad de escape- sigue intacto; un film con imágenes de un poder indescriptible que narra los tópicos más recurrentes como si nunca se hubieran contado (osada operación que el director también llevó a cabo con “Grandes Esperanzas” de Dickens). Revísenla. También transitó el mundo mágico de “Harry Potter”, y si bien “Los niños del hombre” mostraba un futuro algo distópico, la fantasía estaba a la orden del día.

Con su nuevo film, Cuarón da vuelta las cosas al presentar uno de los temas favoritos de la ciencia ficción desde un lugar perceptiblemente real. “Gravedad” se siente de verdad. Quiero decir, si alguna vez nos imaginamos astronautas literalmente en medio del espacio, ya no dentro de la nave espacial, realizando una misión (esa es básicamente la trama de la pieza), seguro que tiene que ver con lo que nos muestra esta película. Esa es su primera virtud: cero adornos; dos cuerpos flotantes y la impresión de realidad ante algo con lo que el cine sigue fantaseando. Así y todo, cuando el espectador se pierde en la pantalla experimentando todo esto por primera vez, la pregunta no puede dejar de surgir. ¿Cómo hizo para que se vea tan (in)creíble? ¿Para no despertar la duda? Entiendo que Cuarón haya estado cuatro años para completar la película.

La magnificencia como elección (o los principios por encima del éxito comercial)

El espacio es fascinante pero no es sinónimo de éxito. Luego de que “2001: Odisea al espacio” hiciese historia ha habido varios exponentes. Algunos más cómicos, otros más dramáticos, otros ridículos o incluso de animación. La vida en el espacio no es siempre sinónimo de éxito rotundo. “Gravedad” elige verse magnífica y Cuarón sabe que es un antes y un después. La película ha afinado también el sentido de la aventura y su intensidad, pero contiene todos esos momentos que han hecho de las odiseas espaciales historias densas y lentas; lo que supone el riesgo comercial que se corre con un relato así, aunque lo protagonicen dos estrellas máximas de Hollywood. Lo que queda registrar es el compromiso de un director con la historia que quería contar y la forma en la que quería llevarla a cabo.

Hay que reconocer también los detalles que se traslucen en esta elección de lo magnífico; el cuidado que la película tiene. “Gravedad” trabaja muchos desafíos a la vez sobre un lugar ampliamente transitado. En algún punto, lo que Cuarón está haciendo es poner un punto final a la temática –o al menos un enorme punto y aparte- e intenta hacerlo desde la emoción a flor de piel. Para eso desarrolla un diseño de sonido exquisito, con entradas y salidas justas; una partitura con climas que van y vienen y que se entrecruzan con la música que se está escuchando dentro de la historia (la canción de cuna es la clave, presten atención); y una predominancia del silencio, un peso necesario pues se trata de la inmensidad del espacio. Por último, el valor de lo magnífico tiene también su contrapartida: ver el cielo desde la misma tierra puede ser igual de imponente que ver la tierra desde el espacio.

Sandra Bullock (o la concreción de lo imposible)
En medio de un trabajo definitivo, que se asienta en su magnificencia, que se sabe poco vendible pero da lo mejor, el director elige a la mujer en vez del hombre. Y no cualquier mujer. Cuarón confía en Sandra Bullock para entregar algo dificilísimo y lo pone a George Clooney como mero ayudante. Bullock lo logra, por supuesto. Pero presten verdadera atención a lo que está haciendo e imagínensela, sola despertando todo eso dentro suyo. A mi me importan cada vez menos los premios, pero Sandra tiene que agradecerle al director mexicano por una posible nueva nominación a la Academia. Un reconocimiento extra de todos modos, porque no hay mejor premio que la camiseta transpirada por Bullock para que “Gravedad” nos interpele no solo como un espectacular logro técnico.