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Crítica de Alba Ermida Area - El rincón del cinéfilo

Tres historias protagonizadas por hombres adictos que quieren superar una adicción. Tres amistades que sirven de sostén al impulso irrefrenable del deseo. Tres géneros en una misma película dados por conflictos demasiado profundos todos relacionados con el miedo: a recaer, a no ser querido, a no ser aceptado... Y ahí radica la debilidad de la estructura de esta película: quiso contar mucho y no profundizó en nada.

La historia principal, comedia romántica, está protagonizada por Mark Ruffalo, un atractivo ejecutivo que lleva años sobrio de relaciones sexuales. Cuando Gwyneth Paltrow aparece en su vida, el miedo al descontrol lo paraliza y no lo deja disfrutar de lo que consiguió en ese tiempo de terapia. La necesidad de ocultar algo avergonzante, que la sociedad prejuzga y por lo que discrimina y margina se convierte en el problema real, más real que la adicción al sexo. Y los miedos del personaje de Ruffalo se confirman cuando el de Paltrow descubre la verdad. Nadie quiere estar con una persona adicta, porque la adicción no se cura, sólo se controla.

La trama secundaria de género dramático es la que protagoniza Tim Robins, un ex alcohólico que contagió a su mujer de epatitís y que despreció a su hijo por drogadicto. Es una trama de miedos y perdones, de superaciones. Robins, mal padre con su hijo, se redime de su error siendo “padre” de los asistentes a las terapias de grupo que él dirige. Y no es capaz de ver que su hijo también se merece una oportunidad, una y mil, por ser su hijo, porque si los de la terapia caen y se vuelven a levantar, su hijo también tiene ese derecho. Esta trama flojea por tener demasiada carga dramática y ser una secundaria que apenas repercute sobre la principal. Sería una película en sí misma.

La segunda subtrama, el contrapunto cómico, es la más entretenida y la mejor interpretada. Un chico adicto al sexo que pierde el control de su vida, que con tanto esfuerzo logró conseguir. Lo despiden del hospital donde trabaja e incluso tiene demandas por acoso. En la terapia, a la que recurre desesperado, conoce a una chica con el mismo problema. Lo que al principio resulta una tentación incontrolable se convierte en una ayuda indispensable y finalmente en la primera amistad femenina. Pero vuelve a fallar en lo mismo: una explicación muy dramática la que justifica su adicción al sexo contada muy superficialmente: una historia que daría para otra película en sí misma.