Graba

Crítica de Pedro Squillaci - La Capital

María comete un error gravísimo, cree que viajando a otro país puede tomar distancia de sus problemas. Y nada más lejos de la realidad. Una pérdida irreparable en su vida la obliga a tomar una decisión abrupta: Irse a París a arrancar de cero, y dejar atrás su familia, Buenos Aires, y todo ese mar de insatisfacciones personales. Sergio Mazza se dedicó a poner play con la cámara y mostrar, quizá desde ese lugar se justifique el nombre de “Graba”. Es más, el director lo dio a entender así cuando presentó la película en el 26º Festival Internacional de Cine de Mar del Plata (2011). El personaje central de María (Belén Blanco) es tan protagonista de la película como el hastío, los silencios, el sexo frío, mecánico y sin amor, y los desolados paisajes parisinos. La desolación, precisamente, copa la película. El gesto de angustia de María es una constante. Ese clima irrespirable de la protagonista fue el objetivo básico del realizador, que por momentos alcanza el cometido, pero en muchos otros lapsos convierte al filme en una trama cansina y, lo peor, demasiado reiterativa. Quizás a muchos les interese ver una película en la que el tiempo pasa y la historia se queda. Pero hay otros caminos de relatar la angustia, sin por eso reflejar un final rosa o una producción de Hollywood.