Graba

Crítica de Fernando López - La Nación

La pérdida de un hijo es la experiencia dolorosa por la que han pasado (o están pasando) los dos protagonistas de este tercer film de Sergio Mazza ( El amarillo, Gallero ). Un sufrimiento que ha dejado su marca grabada -perceptible o callada- en cada uno de ellos y que en algún momento puede funcionar como la delgada ligazón que los aproxime un poco y alivie transitoria y superficialmente su descontento o su vacío. El escenario es París, una París desolada y bastante lúgubre adonde ella, María, llegó hace tres meses de la Argentina, probablemente huyendo de aquel traumático pasado para vivir un exilio que es, sobre todo, exilio interior. Un empleo precario y temporal en una fábrica textil la ayuda por ahora a mantenerse, pero la posibilidad de quedarse en la calle la sigue amenazando mientras no llegan los papeles que gestionó para regularizar su situación como inmigrante. Él, Jerôme, es el fotógrafo francés especializado en desnudos femeninos que, recientemente divorciado, le alquila la habitación que hasta hace poco fue del hijo cuya custodia está a punto de perder. Las circunstancias hacen que María se vea obligada a posar para él y que entre ellos se produzca un encuentro. Es el encuentro de dos soledades, puramente físico más que amoroso o producto de cierta confusa necesidad y en el que se hace manifiesto el dominio de Jerôme y el sometimiento de María. Los muy escuetos datos sobre el pasado de los dos (en especial de ella) que van filtrándose de a poco a lo largo de la convivencia, cada vez más reducida a las fogosas escenas sexuales, pueden sugerir algunos de los porqués de sus estados de ánimo y de la naturaleza de la relación.

Salvo cuando toca el tema del aborto o cuando alude a la situación de los inmigrantes, Massa elude las explicaciones; prefiere expresarse por vía de la puesta en escena con sus sugerentes, angustiados climas (es admirable el trabajo del fotógrafo Alfredo Altamirano tanto en interiores cuanto en los escenarios de París que muy poco tienen que ver con los que suele explotar el cine) y del muy elaborado trabajo de los actores. Belén Blanco se entrega en cuerpo y alma a un personaje que transmite una tristeza infinita y la tiene constantemente en pantalla. La desenvoltura de Antoine Ronan Raux, un periodista francés radicado en la Argentina, es sorprendente si se tiene en cuenta su escasa experiencia como actor.

Arriesgada en su tratamiento de las escenas sexuales, con alguna nota discordante en los momentos en que abandona su lacónico intimismo, pero siempre rica en detalles significativos, Graba confirma los méritos de Sergio Mazza como artista sensible que conoce el idioma de las imágenes, es un firme conductor de actores y avanza en la búsqueda de un lenguaje potente y personal.