Goodnight mommy

Crítica de Héctor Hochman - El rincón del cinéfilo

La madre muerta

La opera prima de la pareja Veronika Franz y Severin Fiala es de esas que hacen transpolar la experiencia cinematográfica al cuerpo del espectador.
El título original es “Ich seh Ich seh”, literalmente "veo veo", la sutileza del mismo está en relación directa con el guión, el tratamiento, la puesta en escena, y la construcción de un verosímil que luego, al final, como en un maravilloso juegos de espejos, produce un giro que dará cuenta que su nombre no tiene nada de inocuo y/o ingenuo.
Todo transcurre en pleno verano. Dos gemelos reciben a su madre que regresa a casa tras una operación de cirugía plástica, sin que nosotros, los espectadores, sepamos los motivos. Operación compleja ya que llega con la cara íntegramente vendada, sólo se perciben sus ojos fríos, distantes, lo mismo ocurre con su actitud para con sus hijos, gélida, alejada y perturbadora.
Estos cambios en su personalidad sólo puesta a través de la mirada de los chicos, estos no reconocen ciertas actitudes de ella y el mismo motivo los interroga sobre la verdadera identidad de la madre. ¿Es ella o una impostora?
Un filme difícil de encuadrar, posee elementos que la acercan al género del terror, del habitual y del psicológico, al mismo tiempo que se desarrolla con los tiempos y los climas del suspenso, el thriller, sin embargo en ningún momento deja de dar la sensación que estamos frente a un drama, casi tragedia, muy bien contada
Una magnífica forma de mostrar al cine como atravesando los géneros, desdibujando los límites, a partir de un muy buen trabajo actoral apoyados en la dirección de actores, el trio perfecto. La iluminación, la fotografía, en realidad todo el diseño de arte en general, la elección de los planos, el montaje, la música, en función narrativa, los silencios en función de creación de climas y viceversa.
Los tres tercios que conforman el filme, tienen como valor agregado el estar muy definidos en cuanto a estructura: el primero abre con imágenes sosegadas y melancólicas, nos presenta a dos niños idénticos jugando a las escondidas en una moderna casa inserta en una bella campiña, inmensos bosques, lagos de aguas claras, grutas misteriosas; Durante el segundo tercio desarrolla el conflicto, al mismo tiempo que utilizando sutilezas varias nos van guiando sin saberlo al genial giro del final que por anticipado, de manera tenue, aleatoria, fue dando información que si bien el giro y resolución de la trama, en el tercer acto, es sorpresivo ha sido construido delante de nuestros ojos sin que lo percibiéramos certeramente. Miradas, ausencia, cruces, todo lo fueron edificando con talento
Podríamos hasta identificar desde algo de cine de Haneke y algo de Hitchcock, hasta del mejor Dario Argento, pero en éste caso parecería ser injusto tanto para los “homenajeados” como para los directores de éste filme.