Goodbye Solo

Crítica de María A. Melchiori - Cine & Medios

Pequeña historia de opuestos simétricos

Solo (Souleymane Sy Savane) es un taxista senegalés que aspira a más. Mientras maneja por las calles de Salem, en el norte de los EE.UU., estudia con tesón para poder convertirse en oficial de a bordo de una importante aerolínea. Su entusiasmo y su rectitud conquistan a propios y ajenos; además, está esperando un hijo y a la incertidumbre del futuro se opone su inagotable capacidad de esperanza. Nada más lejos de Solo que su ocasional cliente, William (Red West); un auténtico redneck que transita una mala ancianidad y cuyo objetivo inmediato es terminar sus días en Blowing Rock, un pico montañoso cercano a Salem.
Pese a las manifiestas diferencias de carácter y expectativas, Solo y William traban una curiosa relación en la que la perseverancia del taxista por hacer sentir cómodo a su cliente lo tornan aún más hostil. Aunque un imprevisto giro en las circunstancias de Solo los llevan a una convivencia inesperada, y una vez establecida la cabeza de playa, poco podrá hacer William para entorpecer la determinación de su nuevo amigo en pos de mejorar su vida.
Si bien parte de una premisa bastante simplista (trabajador negro negrísimo con todos los clisés de la negritud traba amistad con su hosco y ultraconservador blanco blanquísimo cliente), este filme de Ramin Bahrani conquista por puntos más sobresalientes, como la muy buena puesta en escena y las secuencias individuales en las que destaca el personaje de Solo. La carencia de banda sonora y el énfasis en los silencios incómodos de William son buenos contrapuntos, más eficaces como gancho que la propia matriz de la historia (que no remonta en lo argumental su previsibilidad).
Se destaca la actuación de estos dos hombres notables, Sy Savane y West, que en su rol de amigos accidentales logran convencer a fuerza de situaciones que desbordan una trama más bien obvia. Es sencillo imaginar la forma en que concluirá la historia con el correr de los minutos, y sin embargo el final llega con la misma apacibilidad que el inicio: una sorpresa sin estridencias. "Goodbye Solo" es de esos filmes que dejan la impresión de que uno, como espectador, puede plantarse frente a sus propias decisiones vitales y reflexionar sobre cómo las personas pueden modificar una percepción que se creía inamovible.
Después de todo, la vida es un fluir del que nadie escapa.