Gonjiam: hospital maldito

Crítica de Héctor Hochman - El rincón del cinéfilo

Se dice, se sabe en realidad, que la chispa inicial de un filme es la idea original extendida a guión, dicho en el sentido de tener algo que relatar, estamos frente a un producto surcoreano que se encuadra dentro el género de terror, o lo intenta. Pero tiene muy poco para narrar.

La historia, para llamarla de alguna manera, pone a una compañía de internet que decide retransmitir en directo cómo un grupo de jóvenes se adentra en lo que fue en su momento el nosocomio psiquiátrico de Gonjiam, allá lejos, por los años ´60

Con el único objetivo de atraer a más asistentes el entretenimiento juega con los participantes, pero todo se complica cuando surge la posibilidad de que haya almas en pena acechando en las sombras, pues el hospicio cuenta con una historia de muerte y desapariciones nunca resueltos, motivo de su cierre definitivo. Todo a partir de unas imágenes encontradas de otros dos jóvenes que desaparecieron en una situación parecida a la que quieren encarar los responsables del sitio de Internet

Hasta ahí llega todo, se narra el origen, se establece el motivo de los protagonistas, para luego ser un cúmulo de lugares comunes, escenas cámara en mano moviéndola tal cual el operador de la misma cursase el mal de Parkinson en su etapa final, imágenes casi rayanas en lo ridículo, caras deformadas, luz para no distinguir nada, y exabruptos sonoros que sólo sobresaltan al espectador, cuando no lo despiertan.

Todo, y a pesar del empeño que le ponen los actores, es demasiado previsible, aburrido, ya visto infinidad de veces, se podría elogiar la iluminación, en procuración de la nada absoluta, el esteticismo vacuo, el montaje de sonido nunca en función narrativa.

Son 95 minutos, este es un dato a su favor, pero decir cuántos están de más seria proponerlo como un corto de 5 minutos, no vale la pena el esfuerzo de explicar las razones de tamaño dislate. Dicen que el cine coreano de terror es de los mejores en la actualidad. No es el mejor ejemplo para sostener ese calificativo, caso cerrado.

El filme comienza aclarando que es una ficción y que los hechos y personajes no pertenecen a la vida real, como si hiciera falta aclararlo.