Godzilla

Crítica de Jorge Luis Fernández - Revista Veintitrés

Titán del Pacífico

El desastre de Fukushima debió haber encendido algunas luces en Hollywood. Según el nuevo folklore daikaiju (monstruo gigante, en japonés), los reptiles que poblaron el orbe millones de años atrás se nutrían de una radiactividad cuya disminución permitió la aparición del hombre. En 1999, la falla de un reactor en Filipinas le demuestra a un grupo científico cómo la energía nuclear atrae a los sobrevivientes de aquella fauna: encuentran el fósil de un primigenio Godzilla junto a los huevos de dos similares criaturas. Y los dejan crecer. Quince años después, una de esas criaturas, Mothra (suerte de coleóptero humanoide), se aburre de los experimentos y sale a destrozar Tokio, mientras su pareja hembra despierta unos kilómetros al oeste, en Nevada. En el medio, en Hawai, las dos irán a aparearse, pero también encontrarán a Godzilla.
La nueva versión del inglés Gareth Edwards resulta un avance respecto de la primera versión digitalizada del daikaiju, dirigida por Roland Emmerich (Día de la Independencia) en 1998. Edwards no sólo muestra el atractivo de los archipiélagos, paraísos decadentes y bíblicos, sino que los enlaza con el horror de la guerra en Medio Oriente, al mostrar un micro escolar que pretende circular por el Golden Gate cuando lo cruza una avanzada de tanques. El infierno ya llegó, dice Edwards, y lo dice de entrada con alma de artista, cuando el bosque petrificado del difunto Godzilla remite a la estación depredada de Alien. Allí donde Emmerich proponía un blockbuster, el inglés envía un ballet de paracaidistas que desciende en las ruinas de San Francisco, con música coral de Ligeti. Ese facsímil de Apocalipsis Now y sus helicópteros envalentonados de Wagner es una licencia poética, sí, pero estéril y desproporcionada. Pese a sus buenas intenciones, el trabajo de Edwards es similar al de aquel que compra un arsenal de cohetes para Navidad justo cuando los vecinos deciden ir de vacaciones. No será la fiesta inolvidable, pero logra hacer pasar un buen rato.